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El traje de ese Hombre-Montaña significa el «varonismo» en acción, que desafía á todas nuestras leyes y costumbres, á todo nuestro glorioso pasado, á todas las hazañas y sacrificios de nuestros antecesores.

Les gusta relatar los hechos de sus antecesores y las distinciones ganadas por éstos en la guerra, cuya historia se repiten unos á otros durante las largas horas de sus reuniones amigables, llamadas Vicharas.

A éste le llamaba San Eulogio «antorcha del Espíritu Santo y luz de España», pero la Historia no decía nada de sus actos. A San Eulogio lo martirizan y matan los moros en Córdoba por su excesivo entusiasmo religioso. Benito, francés de nación, que le sucede en la silla, por no ser menos que sus antecesores, hace que la Virgen le baje otra casulla en una iglesia de su país antes de venir a Toledo.

Como un mal clérigo, que abusa del confesonario, sabía don Álvaro flaquezas cómicas o asquerosas de muchos maridos, de muchos amantes, sus antecesores, y en el número de aquellas crónicas escandalosas entraban, como parte muy importante del caudal de obscenidades, las pretensiones lúbricas de los solicitantes, sus extravíos, dignos de lástima unas veces, repugnantes, odiosos las más.

Hallándose en Madrid, llamado para este fin, mandó publicar en su obispado una Constitucion sobre el hábito y tonsura de los ordenados de corona para gozar del privilegio clerical conforme á la Bula de Alejandro VI. Hizo igualmente recoger en un volúmen las Constituciones y Ordenanzas de sus antecesores.

«Imitad a los clásicos se dice a los jóvenes no intentéis innovar.» ¡Y esto es contradictorio! La buena imitación de los clásicos consiste en apartar los ojos de sus obras y ponerlos en lo porvenir; ellos lo hicieron así. No imitaban a sus antecesores: innovaban. De los que fueron fieles a la tradición, ¿quién se acuerda? Su obra es vulgar y anodina; es una repetición del arquetipo ya creado...

Aquello debía ser hereditario: la afición de sus antecesores los montañeses de Aragón a las hembras fornidas, duras, oliendo a bestia bravía y con las manazas agrietadas por el esparto y la tierra de fregar.

También los muertos mandaban allí. Los fuertes perseguían a los débiles, y eran a su vez devorados por otros más poderosos; la misma historia de sus remotos antecesores en las aguas todavía cálidas del globo en formación. Todo igual, repitiéndose a través de centenares de millones de años.

En 1350 el mismo rey don Pedro 3.º presentó para uno de los presbiterados de la ALJAFERIA á Juan Pedro Dosca que no poseia otro beneficio, siendo de notar que hace mencion de la piedad de sus antecesores, que habian instituido 4 presbiterados contribuyendo con 400 sueldos al que hacia de rector, y con 300 á los otros, con el objeto de que estos 4 sacerdotes celebrasen continuamente el santo sacrificio de la misa, y los demas oficios divinos en la espresada capilla, y asistiesen á las horas nocturnas y diurnas, de lo que se infiere que el culto se desempeñaba ya en la ALJAFERIA con solemnidad.

Lo mismo que nuestros antepasados de los tiempos de la leyenda, antecesores nuestros más próximos que vivían en la Edad Media, no podían contemplar la montaña sin que su imaginación hiciera, vivir seres superiores en los valles misteriosos y en las cimas radiantes.