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Después de los prelados de morrión de hierro y cota de malla desfilaban los prelados ricos y fastuosos, que no reñían otros combates que los de los pleitos, litigando con villas, gremios y particulares, para mantener la inmensa fortuna amasada por sus antecesores.

La primera es, que el autor, despues de referir al Rey su historia, asegurando que los Peguenches lo cautivaron en la campaña de Buenos Aires, yendo á una vaqueria con un D. Francisco Ladron de Guevara, á quien y á su comitiva mataron dichos indios, añade, que el haber salido de entre ellos, estimulado de su conciencia para morir entre cristianos, y restituirse á su patria, dejando las delicias del cacicazgo, fué tambien para informar de dicha ciudad al Rey Nuestro Señor, lastimándose mucho de la poca diligencia que para su descubrimiento hicieron en los tiempos pasados los Ministros, á quienes los Reyes, sus antecesores, le habian encargado.

Roberto del Campo, el amigo íntimo de Rafael, su mentor, que le guiaba en el camino de la distinción y el buen gusto; un chico elegante, hijo de una gran familia arruinada, uno de esos vástagos inútiles y perniciosos que nacen inesperadamente en la tranquila burguesía a las dos o tres generaciones de bienestar y riqueza, para castigar con sus locuras y despilfarres el egoísmo y la rapacidad de sus antecesores.

Este abuelo había sido casado con una tía del general Saldaña; y aunque Atilio no alcanzó á conocerle, hablaba con frecuencia de él como de un personaje curioso que le inspiraba cierto orgullo ó amargas ironías, según el estado de su ánimo. Era un hombre de belicoso humor y sombríos entusiasmos, que había acabado de dilapidar la fortuna de la familia, ya quebrantada por los antecesores.

El padre de Torrebianca, no encontrando ya lienzos ni estatuas como sus antecesores, tuvo que hacer moneda con el archivo de la casa, ofreciendo autógrafos de Maquiavelo, de Miguel Angel y otros florentinos que se habían carteado con los grandes personajes de su familia.

Conviene también tener presente que nuestro poeta ha mejorado, en casi todas estas obras dramáticas, los materiales ajenos de que ha dispuesto, pudiendo llamársele su segundo inventor, y que aquello, que en los escritos de sus antecesores aparece sólo como un esbozo, lo ha pulimentado artísticamente de un modo admirable, borrando sus desigualdades y transformando casi siempre en flor bellísima capullos informes.

Rosas no ha inventado nada; su talento ha consistido sólo en plagiar a sus antecesores y hacer de los instintos brutales de las masas ignorantes, un sistema meditado y coordinado fríamente. La correa de cuero sacada al coronel Maciel y de que Rosas se ha hecho una manea que enseña a los agentes extranjeros, tiene sus antecedentes en Artigas y los demás caudillos bárbaros, tártaros.

Los hombres respiraban unos momentos en la cubierta y encendían un cigarro antes de ir a despojarse de las prendas negras. Sonó de nuevo el repiqueteo de la campanilla y corrió Isidro a mirar por las ventanas. ¡Otra más!... Era su amigo don José, que, cubriéndose con las vestiduras sudorosas de sus antecesores, iba a decir la tercera misa ayudado por don Carmelo.

Abde-r-rahman II y Mohammad, menos afortunados con los cristianos y con los muslimes sediciosos que sus antecesores, solo dejan en ella un leve recuerdo de su pasagera grandeza.

A veces intenta conservar alguno de los privilegios aparentes ó reales que le quedan del poder de sus abuelos: en otras ocasiones se resigna á su papel de súbdito ó de ciudadano, mezclándose con la muchedumbre. De todos modos, los combates y conquistas de sus antecesores han sido útiles á otros, sea á pueblos, sea á reyes.