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Me parece que es angosta para lo que usted la quiere». Otras veces dudaba o aparentaba dudar si tenía lo que le pedían. «¿Gorritas para niño? ¿Las quiere usted de visera de hule?... Sospecho que hay algunas, pero son de esas que no se usan ya...».

Hácia la costa hay tres hileras de arena: la mas cercana á la mar es muy alta y movediza á todos vientos, pareciendo montañas á alguna distancia: la segunda está á media milla distante de la primera, y no es tan alta: la tercera aun dista mas, y está muy baja y angosta, no llegando la arena á dos pies de alto. La tierra entre estas hileras es esteril, y no cria yerba.

exclamé, allí están los veinticuatro escalones de que habla el registro, no hay duda. ¿Vivirá alguien dentro de esa choza? Bajemos e investiguemos indicó Reginaldo ansiosamente, y pocos minutos después descubríamos una estrecha huella que conducía del bosque de castaños directamente a los toscos escalones, los cuales bajaban hasta una angosta abertura entre dos rocas.

Salen de aquí contentos los que cuento, Diego Flores, Valdès y el Trugillano, El buen Sotomayor, por cognomento Chaves, y de la madre voz, Mediano. Con ellos, como digo, Sarmiento, Cuya quimera vana salió en vano; Al Yumiri llegaron, boca angosta, Y del reino argentino tierra y costa.

Será por exceso de precaución díjele, comprendiendo su náutica alegoría y deseando darle alientos. ¡Qué precaución ni qué ... tiña! me replicó muy fosco! Soy ya casco viejo, vengo desarbolao, el puerto es obscuro y la barra angosta...; ¿para cuándo es el práctico, si no es para ahora mesmo? Tiene usted razón le dije, viéndole tan sereno. En estos trances se prueba el temple del espíritu.

Su simplicidad producía en él una impresión de frescura y descanso. La veía como una cuevecita angosta y oculta en la cual dormitaba tranquilo después de una tempestad. La sonrisa satisfecha de su madre le animaba a permanecer allí. Jamás la había visto tan bondadosa y comunicativa. El goce de tenerle otra vez seguro y sumiso modificaba su carácter austero hasta la rudeza.

La fresca y sencilla corona de azahar que ciñe la frente de la jóven desposada, no tiene mas encanto y mas poesía que esa angosta cenefa en aquellos garbosos arcos, limpios y desnudos de todo ornato, restos de un monumento que puede considerarse como la creacion mas gallarda y robusta del genio islamita en España.

Dudaba yo que, después de lo que llevaba visto en la alta montaña, hubiera en la cuenca del río, desde Tablanca hacia abajo, cosa que pudiera cautivar mi atención; y así sucedió, en efecto: sin dejar de ser áspera, angosta y montaraz en su parte más elevada, carecía de la grandeza imponente de los desfiladeros de «arriba». Los pueblos, amontonados, en sendas rinconadas de la garganta, iban sucediéndose a mi paso con la regularidad de las estaciones de un ferrocarril.

Los dos envainaron, y Ramiro tomó por la angosta calleja, en la dirección del Nordeste, hacia un paraje solitario dentro de los muros, que él había observado en uno de sus paseos. Gonzalo marchaba a la izquierda, y su capa gris semejaba una tela de plata entre la incierta claridad de la noche. Llegados que fueron ante un viejo portalón, Ramiro se detuvo y trató de violentar el cerrojo.

Para , quebrantado e insensible de alma y cuerpo, todo era ya igual y de un mismo color; y hasta del vértigo de los grandes asomos estaba curado con la frecuencia de verlos aquel día; y cuidado que los hubo tan tremendos y de senda tan angosta, retorcida y ladeada, que el mismo Neluco se apeó para pasarlos... tapándose la cara con el sombrero por el lado del abismo.