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Pero los Turcos valientes y atrevidos no dejaban por todos los caminos que podian de ofender á los nuestros, y poner en duda la victoria, que hasta al medio dia anduvo varia; pero el valor acostumbrado de los Catalanes la hizo declarar por su parte con notable daño de los Turcos.

A me han dicho que allá en Rusia anduvo tras uno de esos melenudos que tiran bombas: un mozuelo con cara de mujer, que no la hacía caso porque le estorbaba en sus negocios. Y la niña, por lo mismo, erre que erre detrás de él; hasta que al fin lo ahorcaron.

No tenía ni un botón, y me dejó en el apuro, sin querer decirme dónde guarda su tesoro. Y eso que anduvo el palo; porque a las hembras, el pan en una mano y la vara en otra... ¡Si las conoceré yo, que he tenido cinco!... De jóvenes, unos pericos verbeneros, sin otro afán que dar gusto al cuerpo y faltarle a uno; de viejas, borrachas y agarradas al perro chico, aunque su hombre vaya en cueros.

Anduvo algunos días el Armada Fortuna acá y allá yendo y viniendo; Despues, la mar estando sosegada, Navega, en breve tiempo descubriendo La tierra tan de todos deseada. Y sin saber están, yendo diciendo, ¿Qué tierra puede ser la que se via? Paró el Armada allí, que anochecía.

D. Benigno anduvo algunos pasos, y deteniéndose luego, habló así entre turbado y festivo: Pues bien, hija de mi corazón, yo tengo ahora un antojo que quizás usted lleva a mal; a me ha entrado un capricho, una manía.... Qué quiere usted... siento decírselo... quizás se enfade. ¿Qué? Pues es que... que ahora me tocan a los mimos... y, en una palabra, que ya no quiero casarme con usted.

Piénsalo, pues, bien, y si hallas en tu imaginación algún asunto adecuado a tus facultades, dímelo y hablaremos. Con estas palabras Mario quedó profundamente meditabundo. Anduvo varios días inquieto, preocupado, silencioso. Al cabo, dirigiéndose a Miguel con brusco ademán y una particular sonrisa, cuya amargura no se le escapó a aquél, le dijo de pronto: He pensado en aquello, D. Miguel.

El Cigala, que era de la misma opinión, andaba por reconciliarse con el Virrey, porque aunque al principio aprobaba la empresa, diciendo que no era menester para ella más que pan y paciencia, después anduvo remontado con los demás; y viendo ya que estaban al cabo y que le había menester en Sicilia para cobrar el sueldo de sus galeras, ya siete, y el Guimarán por no tener designio á más de lo que les cumplía, fueron parte á hacer perder el armada.

La silla de manos en que había sido metido Quevedo, y en que Quevedo se había dormido, anduvo hasta parar en un lugar de que no podía darse cuenta Quevedo; primero, porque con su cansancio, su largo desvelo y su admirable fuerza de ánimo, dormía profundamente; y segundo, porque aunque hubiera estado despierto, la silla de manos estaba herméticamente cerrada y á obscuras.

Ya en la calle se desahogó jurando terriblemente, hasta el punto de escandalizar á un guardia que hacía tranquilamente su servicio. Al principio anduvo sin objeto ni saber á dónde iba. La sangre le hervía y su cabeza parecía querer estallar. Aquel hombre frío había perdido la calma y se encontraba en uno de esos momentos en que no se da importancia á la vida, ni propia ni ajena.

5 Mas el que guarda su Palabra, la caridad de Dios está verdaderamente perfecta en él; por esto sabemos que estamos en él. 6 El que dice que está en él, debe andar como él anduvo. 7 Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo, que habéis tenido desde el principio: el mandamiento antiguo es la Palabra que habéis oído desde el principio.