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Veinte años bregó con la fortuna su primo Antón, y, por no morirse de hambre, anda hoy de triste marinero ganando un pedazo de pan por esos mares de Dios.

¡Anda! ¿No aguardas a que el cura te eche la bendición para defender a los amigos de tu futuro? Don Germán intervino con palabras conciliadoras.

Poco más quedaba por leer de la novela, cuando del caramanchón donde reposaba don Quijote salió Sancho Panza todo alborotado, diciendo a voces: -Acudid, señores, presto y socorred a mi señor, que anda envuelto en la más reñida y trabada batalla que mis ojos han visto. ¡Vive Dios, que ha dado una cuchillada al gigante enemigo de la señora princesa Micomicona, que le ha tajado la cabeza, cercen a cercen, como si fuera un nabo!

Sobre el montón de ruinas y cadáveres que queda del naufragio de la patria; del sepulcro en que duermen tantos mártires ¡emerge, oh juventud! írguete y anda... ¡Emerge, oh juventud! ya entre el celaje ríe la nueva aurora sospirada, que ayer empurpuraron con su sangre los genios salvadores de tu raza...

Un poco de presunción, un personal excelente, suficiente atolondramiento para no quedarse nunca sin conversación, un modo de bailar semejante al de una persona que anda sin gana, un bonito frac, seis apuestas de a onza en el écarté, y todo el desprecio posible de las mujeres, hablando con los hombres, le granjearon el afecto y la amistad verdadera de todo el mundo.

¡Ana, sube, anda, tonta! gritó la viuda mientras devoraba a la Regenta con los ojos de pies a cabeza. Para Obdulia las demás mujeres no tenían más valor que el de un maniquí de colgar vestidos; para trapos ellas; para todo lo demás, los hombres. Ana se excusó otra vez; tenía que hacer. Saludó con graciosa sonrisa y siguió adelante.

¡Ay, qué valor se necesita, Dios mío! ¡Esta que es verdadera vocación!... ¡Una chica tan joven y tan guapa! No se habla de otra cosa en la villa... ¡Todo el mundo anda revuelto con el dichoso monjío! ¡Dichosa ella, querida! Yo no si tendré valor para ver la ceremonia. Pues yo, aunque me cueste una enfermedad, la he de ver.

Digo... que... si no sois enteramente mío como el rey lo es vuestro, tomo ahora mismo por amante... ¿á quién diré yo...? á un aposentador muy rico que anda enamorado de , y á quien puedo arruinar en tres días. ¿Pero estáis loca?

Por eso se dice que todo anda trastornado y al revés, hasta los cielos benditos, y lleva razón Pulido cuando habla de la rigolución mu gorda, mu gorda, que ha de venir para meter en cintura a ricos miserables y a pobres ensalzaos».

No quieren que se suelte artilleria, Que el una escuadra y otra anda mezclada; Parece resonar caldereria, O la fragua vulcana tan nombrada. El tiempo la victoria entretenia; La gente desflaquece de cansada: A priesa viene ya aquella doncella, Que á Titon dió su queja siendo bella.