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Dios es inmensamente grande y misericordioso observó Golfín, poniendo su mano sobre el hombro de su acompañante . Quién sabe, quién sabe, amigo mío.... Se han visto, se ven todos los días casos muy raros. Mientras esto decía, le miraba de cerca, tratando de examinar a la escasa claridad de la noche las pupilas del joven.

Y de cuando en cuando, al pasar junto a un portal, se oye el traqueteo ligero de los bolillos con que las niñas urden la fina randa. Hoy Azorín ha causado un pequeño desorden en una casa. Lo ha hecho sin querer. El iba tranquilamente por una calle cuando ha levantado la cabeza, y ha visto en un balcón a un amigo.

Mi cuñado. ¿Y cuándo he conocido yo a tu cuñado, ni qué me importa?... Estamos bien. ¿Y a qué venía aquí ese señor... Feijoo, dices? Me parece que es amigo de Villalonga. Ha venido a visitarme, y esta es la tercera vez... Es un señor muy bueno y muy fino. ¿Qué te crees, que viene a hacerme el amor? ¡Qué tontito! Pero en resumidas cuentas, si te parece que no debo recibirle, no lo haré más.

Aquí vive en la tranquilidad más perfecta, pero esperando siempre que el conde Orgaz, amigo de su padre y sabedor de su nacimiento, llegará al cabo á conseguir que se desvanezca esa acusación que pesa siempre sobre su familia, y que le sea posible devolver á su nombre su antiguo lustre.

Examiné esta y aquella, y en efecto, en el oro del primero y en la plata de la segunda, se encontraba la cifra y una inscripción debajo de ella que decía: 8 de Enero 1720. Mientras hice mis investigaciones, el sacerdote concluyó su rezo de gracias, y ambos nos dirigimos á la casa de mi amigo A... Incidentalmente hice recaer la conversación acerca de la ermita y de lo que á ella se refería.

El día siguiente a las once, Amparo estaba en mi gabinete, donde Mauricio había servido la mesa. Mientras Amparo se quitaba el manto con una hechicera confianza, Mustafá, que sin disputa era mi amigo, sentado enfrente de , meneaba lentamente la lanuda cola y me miraba de hito en hito.

Luis de Belmonte, que probablemente sobrevivió muchos años á Lope de Vega, escribió también diversas comedias, asociado á otros poetas más jóvenes, como, por ejemplo, El mejor amigo el muerto, con Francisco de Rojas y Calderón.

Sus chistes no tendían a herir a las personas, sino a alegrar el concurso y obligarle a admirar lo fácil, lo vivo y lo sutil de su ingenio. Todo lo más que se autorizaba era apoderarse de las ridiculeces de algún amigo ausente y formar sobre ellas una frase graciosa; pero nunca o casi nunca a costa de la honra. Estas cualidades le habían hecho el ídolo de las tertulias.

Los militares se reunían en una especie de casino, situado junto a la fonda principal, y allí se jugaba, mezclando los entretenimientos lícitos con los prohibidos; se bebía café, se vaciaban botellas y se charlaba de lo lindo. Fuera de aquel círculo halló nuestro amigo algunos que, a pesar de pertenecer a la clase militar, se mantenían retraídos.

-Y dígame, por su vida, amigo -preguntó don Quijote-: ¿es posible que en los años que sirvió no ha podido alcanzar alguna librea?