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Al ir hacia el café había preparado por el camino el discurso que le espetaría a Juan Pablo. Este discurso empezaba así: «Amigo mío, me he enterado de que la pobre mujer de su hermano de usted vive en el más grande apartamiento, arrepentida ya de su falta, indigente y sin amparo alguno...» y por aquí seguía.

Pues me río del enredo novelesco que has armado en tu cabeza, convirtiendo en príncipe indio o en algo semejante... a mi antiguo amigo y camarada de universidad, Isidoro Ziegesburg. Esas son simplezas tuyas.

Don Claudio Fuertes no halló modo de calmar la iracundia de su amigo, a quien desconocía en aquel estado, ni siquiera de hacerle soportable ninguna conversación.

Un amigo corrió á la taberna para traer una larga ristra de guindillas. Esto le devolvería el apetito. La bufonada provocó grandes risotadas, y Pimentó, para asombrar más á sus admiradores, ofreció el manjar infernal al Terreròla que aún se sostenía firme, mientras él, por su parte, lo iba devorando con la misma indiferencia que si fuese pan. Un murmullo de admiración circuló por el corro.

¿Y qué habéis pensado de la reina? Dejándome guiar de las apariencias, hubiera pensado de ella mal si don Francisco de Quevedo y Villegas, mi amigo, no me hubiera hablado de su majestad bien. Si os guiáis por las apariencias, debéis haber pensado de muy mal. Yo... séquese mi pensamiento, si llego á pensar de vos...

La bautizó después en un arroyo con el nombre de Bienhallado, y allí la traía, enternecido, apretando el paso, para darle pronto buena leche de las cabras del convento. Después de abrazar a los religiosos y enjugarse gruesas gotas de sudor, sacó de los bolsillos del pantalón un sobre con el sello del águila rusa. Esto es lo que le manda el general Camilloff, amigo Teodoro.

A pesar de la repugnancia de la familia por verle servir a Bonaparte, deberíamos mejor pensar en él que en semejantes repugnancias; cuando se trata de los hijos conviene hacer caso omiso de las opiniones políticas. Yo confío en que su amigo M. Almón de Virieu irá a reunírsele; es un bellísimo sujeto, ya entrado en años, y que ha de serle de gran utilidad en algunas circunstancias.

Amigo le dije cuando estábamos en la calle en todas partes es usted el favorecido de las damas. No se dignó contestarme. Iba con la cabeza inclinada, fruncido el ceño y mudo como una estatua.

Y dígale, añadió Isagani, sin hacer caso de los codazos de su amigo, que el agua es muy dulce y se deja beber, pero ahoga al vino y á la cerveza y mata al fuego; que calentada es vapor, que irritada es océano ¡y que una vez destruyó á la humanidad é hizo temblar al mundo en sus cimientos!

M. Trouchin habló de este asunto con su amigo Rousseau, quien al parecer consintió en que la mariscala fuera satisfecha en sus deseos, los cuales fueron muy del agrado de la madre de la futura criatura. Tan luego esta buena mujer dio a luz, avisó a M. Trouchin, el cual presentose en seguida en la casa, donde le mostraron un hermoso niño.