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Don Esteban sentía cierta satisfacción en molestar á su hermano haciendo el elogio de una existencia sedentaria y fructuosa. Allá en las costas de Cataluña vivían sus cuñados los Blanes, unos verdaderos lobos de mar. Esto último no lo podría contradecir el médico. Pues bien; sus hijos estaban en Barcelona, unos como dependientes de comercio, otros plumeando en el despacho de su tío el rico.

El lago, hacia la ribera occidental, parecía una inmensa pizarra; después, verde como un estanque por entre las orillas bajas y boscosas de San Sulpicio, recuperaba todo su color azulado allá lejos, en la alta cuenca cerrada por los Alpes, cuyas nieves se inflamaban con los últimos fulgores del astro.

La Gorgheggi y su adorador se vieron un momento solos en aquel escondite; ella, después de saludar y sonreír al galán como solía, radiante ahora de justa satisfacción por los aplausos que aún resonaban allá afuera, se turbó un punto, buscando con torpe mano el éxito de aquella especie de trampa; y no lo encontró, como si anduviera ciega.

Y los trajinantes de la Cordillera, al navegar por este océano de tierra roja, peñascos metálicos y dormidos lagos de borato, discernían con su justiciero espíritu la verdadera propiedad del largo camino. «Todo esto es de los marqueses que viven en Salta.» Y los marqueses eran los Vargas del Solar. Es nuestro y muy nuestro continuó Misiá Zobeida . Allá en nuestra casa guardamos los papeles.

Entra en la tribuna de la prensa y se sienta con mucho cuidado, levantándose el gabán, sosteniendo en alto el sombrero. Y luego se pone a mirar hacia allá abajo y tose de rato en rato... Yo creo que este viejo oye atentamente todo lo que dicen; pero no lo oye. ¿Cómo lo ha de oír si es sordo? Entonces, ¿para qué viene?

Reanudando la ilación de los sucesos, como la guerra con España no empezaba cual por allá desearan, llamó el Rey á Pérez á la ciudad de Chauny, cerca de la Fere, cuyo cerco iba á poner, para consultarle el plan de campaña por la parte de Flandes. La marcha de los sucesos le tenía alarmado.

Tal vez habían caído bajo las balas de la ametralladora automóvil que atravesó el pueblo precediendo á la invasión. Un poco más allá, vueltos de espalda á los muertos, como si ignorasen su presencia, varios soldados comían sentados en el suelo. El chauffeur les gritó para que desembarazasen el paso.

Aquí enfrente están las máquinas de lavado, que no trabajan sino de día; a mano derecha está el taller de composturas y allá abajo, a lo último de todo, las oficinas. En efecto; el lugar aparecía a los ojos de Golfín como lo describía Marianela.

Allá voy, allá voy... pues bien; á pesar de todo, he llegado casi á ser viejo sin ser rico... tenía, en verdad, algunos ahorrillos... pero esto no era bastante... propúseme aumentar mis ahorros poniendo dinero á ganancia... pero esto no es decente en un hidalgo... y si no hubiera tenido mujer é hija... Adelante, adelante.

Penetraban en las cuadras, se escurrían entre las patas de las bestias, repitiendo su quejido por la muerte de Mari-Cruz; corrían, ciegos por las lágrimas, tropezando con las esquinas, con los marcos de las puertas, volcando en su carrera aquí un arado, más allá una silla y seguidos por los perros libres de cadena que les acosaban por todo el cortijo, uniendo sus ladridos a los desesperados lamentos.