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El laurel, el laurel de la victoria no borró, no, nuestra historia, ni amor fiel nunca, nunca en mi memoria. El azul, el azul de bellos ojos y la faz de albores rojos a un gazul no le curan sus enojos. Que de allá, que de allá región tan fría con ilusa fantasía volará al jardín de Andalucía.

El Círculo Rojo dijo Borrén . Están obsequiando a los delegados de Cantabria. ¡Llegar por mar ahora mismo y tener humor para correrla! exclamó el teniente . ¡Lástima de naufragio! ¿A usted qué le parece de estas algaradas, Sobrado? ¿Qué me ha de parecer? Que antes de dos meses nos embromarán allá por Navarra los del Terso.... ¡Quia! Eso nunca, hombre. Eso murió, y los muertos no resucitan.

Su vista recorrió la extensión del mar y allá, á lo lejos, en el límite del horizonte, vió la luz del faro como un punto luminoso apenas perceptible y que disminuía hasta borrarse, como un signo de la desgracia. Estaba libre y rodeado de amigos é iba á ver á las personas que amaba. Pero al mismo tiempo se encaminaba á la lucha. Una arruga apareció en su frente.

Deja que tenga reunida una buena cantidad, y verás, verás, cómo me planto en la villa y allí o tomo el tren para irme a Madrid, o un vapor que me lleve a las islas de allá lejos, o me meto a servir con tal que me dejen estudiar. ¡Madre de Dios divino! ¡Qué calladas tenías esas picardías! dijo la Nela abriendo más las conchas de su estuche y echando fuera toda la cabeza.

Es más; si se considera lo que indudablemente les espera en esta vida, puede asegurarse que les causo un terrible mal... Vivir abrumados de trabajo, de sufrimientos, de angustias, y por fin de fiesta quizá una muerte aterradora como la de sus padres allá entre las olas embravecidas. ¡Hermoso porvenir! Bien pueden darnos las gracias esos pobres chicos por la felicidad que les preparamos.

Ellos ya sabían lo que había más allá, ya habían resuelto el gran problema de Hamlet: to be or not to be. ¿Qué era el más allá? Misterio. De todos modos el articulista deseaba a los difuntos el descanso y la gloria eterna.

Anda como loca por ese sabio que tienes en tu casa. Deben haberse dado alguna cita. Sólo habla de España, porque allá se casan las mujeres sin dote... De «la Generala» no me hables, no quiero saber nada; está muerta... ¡muerta para siempre! Y yo me aburro en mi soledad, pienso en cosas que me hacen llorar; salgo, y las piernas me traen hasta aquí sin que me cuenta.

En sus excursiones por Montmartre acompañando á sudamericanos ansiosos de gozar las falsas y pueriles delicias de los restoranes nocturnos, nunca había ido más allá de dicha plaza. Además, esta parte de París, vista de noche, ofrece un espectáculo engañoso que contrasta con la mediocridad de su fisonomía diurna.

Braulio es suspicaz y caviloso; Braulio te adora; Braulio tiene de mismo, allá en el fondo del alma, la noble estimación que debe tener; pero de sus prendas exteriores no tiene buena idea. Su modestia en este punto traspasa los límites de la humildad y raya en desconfianza.

Y escuchó con expresión provocadora sus instrucciones. Tratábase de ir a recoger cartuchos, que empezaban a faltar, de los muertos del día, no recogidos aún por los árabes. Está bien; allá voy. ¿Dónde está el saco? Y se lo echó a la espalda, diciendo: Esto me recuerda cuando iba a robar alcachofas a la llanura de Saint-Denis... El capitán hizo formar el círculo.