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De los otros dos iniciados que tenía el Padre Ambrosio, no se fiaba tanto, aunque también les comunicaba algunos de sus menos hondos secretos.

Un joven delgado, huesudo, pálido, de patillas negras que tocaban en la nariz, como las gastaba entonces el rey, y a su imitación muchos jóvenes aristócratas, entró sonriente y comenzó a saludar con desembarazo a todos, apretándoles la mano con leve sacudida y acercándola al pecho, del modo extravagante que se hace algunos años entre los pisaverdes madrileños.

Llegaron junto a una puertecilla, que la yedra medio obstruía y que la señora Liénard pudo abrir apenas. Le acompañó todavía algunos pasos fuera del parque y después tendió al inspector general la mano. No tiene más que seguir este camino... Hasta muy pronto... Y perdóneme que haya abusado de su paciencia.

Una mujer de carácter excelente, tan notable por su solicitud como por su paciencia, le asistía, y un clérigo pacífico le acompañaba algunos ratos.

Dos fustes y algunos pequeños bateles de Aga Mahamud me cerraron el paso y me impidieron saltar en tierra. No pude tampoco volver a la galera, porque se interpusieron persiguiéndome. De ellos venía huyendo cuando me habéis encontrado.

Flora hizo lo mismo con el suyo, y después de haber cambiado algunos besos cariñosos, charlando alegremente, comenzaron su tarea. Sacan todo aquel lienzo, lo sueltan en el remanso que el arroyuelo hacía, se despojan de la falda, de los zapatos y las medias, del pañuelo; se quedan medio desnudas con el blanco seno y los brazos al descubierto.

Bajaron algunos peldaños y la anciana silbó junto a él. Oyose entonces un cerrojo que caía y el rechinar de la puerta. Tenue resplandor embebió el lienzo que llevaba sobre los ojos y un fuerte sahumerio embriagó su sentido. Desceñida la venda por los dedos de la mujer, hallose en árabe estancia con azulejos en las paredes y techo de maderos entrelazados.

No es sobresaliente la coleccion de obras modernas de artistas lioneses, que compone el modesto museo de escultura ó estatuaria. Aunque hay allí algunas estatuas en mármol y yeso de mérito indisputable, y algunos bustos de bronce superiores, la coleccion es algo pobre.

Alfonso sabía engolosinar a su madre con caricias astutas cuando quería obtener de ella algunos ochavos, y la besuqueaba y hacía mil zalamerías. Un secreto, mamá decía subiéndosele al regazo, y abrazándola y aplicándole su boca al oído . Un secreto... Ya, ya, ¡ay, qué rico!, lo que mi ángel quiere es un cuartito, ¿verdad?

Como eran amigas del sacristán, vecino de Cándida, pudieron colocarse en la escalera de la capilla hasta vislumbrar, por entre puertas entornadas, la mitra del patriarca y dos velas apagadas del tenebrario, un altar cubierto de tela morada, algunas calvas de capellanes y algunos pechos de gentiles hombres cargados de cruces y bandas; pero nada más.