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Yo bien quisiera atender a esta mujer como ella seguramente me atendería a si me encontrase en su lugar; pero haré cuanto pueda en su favor, librándola desde luego de la indigencia y proporcionándole cuantas comodidades permitan mis pocos recursos. 17 de diciembre de 1802. Alfonso se ha fugado del colegio con dos de sus compañeros. A unas seis leguas de Lyón los han alcanzado.

¿Por mi? preguntó, estrechando la mano de su amigo. contestó el Doctrino, que comprendía lo que debía hacer. : veníamos por ti dijo Alfonso. Tenemos una reunión esta tarde, y queremos que vengas á ella. Es la reunión de los disidentes de la Fontana. Lázaro creyó que su tío se iba á poner hecho una furia al oír hablar de las reuniones de fontanistas.

He aquí cómo ocurrió el caso, que viene a ser por cierto algo novelesco. La fama adquirida por Alfonso, gracias a las exageraciones de su amigo, hizo que hubiera de presentarse en Bissy, quinta de recreo del coronel de Maistre en Chambery.

Dominado el país en el siglo VIII por los Sarracenos, fué tambien el asiento de los vireyes moros, y despues la capital del poderoso reino de Toledo. Por último, recobrada en el siglo XI por el rey castellano Don Alfonso VI, fué todavía la capital de los monarcas españoles, hasta que en el siglo XVI trasladó Felipe II su corte á Madrid.

El rei don Alfonso X, agradecido sin duda á lo mucho que en servicio de las letras de su reino habian trabajado con él los mas sabios rabinos, confirmó á los judíos en sus antiguos derechos i prerogativas, imponiendo gravisimas penas á todos cuantos fueren contra ellos i ellas.

Tuve un momento de esperanza al ver un segundo a Alfonso, el hijo del mío, y desapareció esta esperanza; ahora tengo una satisfacción con lo que de él poseo, es decir, por el cariño que me tiene, no por eso que llaman la fama, el renombre, la gloria; él me ama, y eso es lo que deseo, y eso es para su gloria mejor; ¡ojalá pudiese amar lo que amo yo, las creencias que me dan la paz acá en la tierra, y la verdadera inmortalidad en perspectiva!

Bartolomé Cortés de Alfonso, pasamanero de oficio, natural y vecino de esta Ciudad, de edad de cuarenta y un años; reconciliado y preso segunda vez por judaizante.

Esta tarde hemos recibido la visita de Mme. de Lavernette, que se ha detenido aquí a su regreso de Lyón: me ha dicho que ha visto a mi querido hijo Alfonso y que sus profesores le han dicho que el pobrecito hace cuanto puede por salir airoso en la carrera.

Por causa de Alfonso he tenido hoy un gran disgusto: han enviado de Lyón y de Italia a sus tíos y tías gran número de notas por las muchas deudas que ha contraído durante sus viajes; la familia, que sabe que yo le mimo, me hace responsable de sus desaciertos; me han hecho en este sentido muchos cargos, por lo que he derramado lágrimas de amargura. ¡Ah! efectivamente: ¡las faltas de mi hijo son mis faltas! ¿Por qué no hube de ser yo más severa para él desde un principio?

Ellos han dado una brillante fiesta campestre en los grandes jardines del castillo, pues se confunden con los grandes bosques de las inmediaciones. Desde Monculot ha salido Alfonso para París, en donde ha sido llamado por sus amigos para consultarle sobre lo que llaman golpe de Estado.