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Uno de los días que me ocupaba con gran afán ayudado del bueno de Andoy, oficial encargado del archivo, en la busca de un dato estadístico que me faltaba, fuí sorprendido por mi querido amigo el Alcalde.

PELAYO. ¡Bravo rey! SANCHO. Y aquí acaba la comedia Del mejor alcalde, historia Que afirma por verdadera La corónica de España: La cuarta parte la cuenta. SE ACABÓ DE IMPRIMIR EN LA TIPOGRAFÍA DE "LA LECTURA" EL DÍA XV DE MAYO DEL A

792 "Anima bendita", dijo un viejo medio ladiao "Que Dios lo haiga perdonao, es todo cuanto deseo, le conocí un pastoreo de terneritos robaos." 793 "Ansina es", dijo el alcalde; "Con eso empezó a poblar; yo nunca podré olvidar las travesuras que hizo; hasta que al fin fué preciso que le privasen carniar."

Esto causó mucha sorpresa, porque era sabido que no quería a Pablo, de modo que aquel llanto hizo pensar a todos, que aunque la muchacha le mostraba aversión por sus desórdenes, en el fondo lo quería algo. El señor alcalde se enfadó, lo mismo que la señora, y se retiraron, concluyéndose en seguida la cena de esa manera tan triste. Han pasado ya tres años.

De la vida de este bachiller, que resulta por lo expuesto uno de los más gloriosos ingenios de nuestra patria, poco se sabe hasta el día, si bien puede presumirse que no fue un comunero de su mismo nombre y apellido excluido de la amnistía que en 1522 dio el emperador Carlos V, sino otro Fernando de Rojas, que estudió jurisprudencia en Salamanca, que fue alcalde mayor de dicha ciudad y que se estableció al cabo y terminó sus días en Talavera de la Reina.

Concluida la votacion, en la que han dejado de dar sus votos, por haberse retirado antes de llegarles la vez, los Señores D. Cristoval de Aguirre, D. Antonio Ortiz Alcalde, D. Jacinto de Castro, D. Ambrosio Lezica, D. Saturnino Alvarez, D. Sebastian de Torres, D. José María Calderon, D. José Riera, D. Raimundo Real, D. José Nadal y Campo, D. Joaquin de la Iglesia, D. Juan Bautista Ituarte, D. Francisco Marzano, Dr.

En todas partes le veía enfrente, pero vencedor. Mandaban los de Ronzal, este era diputado de la comisión permanente, y sin embargo, entraba don Álvaro en la Diputación, y él quedaba en la sombra; no era Mesía de la casa, tenía allí una exigua minoría, y desde el portero al Presidente todos se le quitaban el sombrero, y don Álvaro para aquí, y don Álvaro para allá; y no había alcalde de don Álvaro que no viese aprobadas sus cuentas, ni quinto de Mesía que no estuviera enfermo de muerte, ni en fin, expediente que él moviese que no volara.

Si ustedes quieren que sea una joven enamorada, contra lo que dicen la sana razón y el Año Cristiano, buen provecho les haga a usted y a Ramón Pérez. El siglo de las luces, como dice ese caribe de alcalde, que quería convertir la via crucis en camino de Urdax, trastorna todas las ideas.

CAP. XXXV. De como el Alcalde Maior nos refcibiò bien la noche que llegamos.

-Bien firmar mi nombre -respondió Sancho-, que cuando fui prioste en mi lugar, aprendí a hacer unas letras como de marca de fardo, que decían que decía mi nombre; cuanto más, que fingiré que tengo tullida la mano derecha, y haré que firme otro por ; que para todo hay remedio, si no es para la muerte; y, teniendo yo el mando y el palo, haré lo que quisiere; cuanto más, que el que tiene el padre alcalde... Y, siendo yo gobernador, que es más que ser alcalde, ¡llegaos, que la dejan ver!