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Desde su puesto de observación, Roussel le veía mirar con insistencia hacia la finca de la señorita Guichard. Y hasta le veía la cara lo bastante para notar su profunda tristeza. ¿Esto era, pues, el objeto de sus paseos misteriosos? Venía á contemplar el sitio donde había visto por primera vez á Herminia. Esperaba verla de lejos si pasaba por la alameda de las ramas colgantes.

En la Alameda fué herido el sargento, pero no pudo ser entonces capturado, cosa que no se verificó hasta el 18 de Octubre, en que á vuelta de muchas pesquisas y con no poca fuerza, pudo el bravo ser reducido á prisión.

Se hallaba ésta a un lado de la carretera y tenía delante una frondosa alameda de árboles altísimos. La casa era de piedra, grande y negruzca, y estaba rodeada de construcciones bajas, de ladrillo. El capataz nos dio ropas nuevas, y al día siguiente comenzamos a trabajar en el campo.

Como punto de los más bajos de la ciudad la Alameda ha sido siempre de los que primero se inundan, ofreciendo aquella ancha superficie de agua un cuadro que siempre acuden á contemplar los sevillanos con cierta curiosidad.

Vámonos a aquel rincón, a ver si se queda aquí sola y después se marcha. Y esto dicho, las vanidosillas fueron desfilando lentamente y mirando hacia atrás con el rabillo del ojo; llegaron a un ángulo de la alameda, y allí se acurrucaron en el suelo, formando estrecho y apretado círculo.

Esta avenida se encontraba limitada en sus dos extremidades por muros muy elevados contra uno de los cuales habíase puesto un blanco, y en frente, al otro lado, un asiento rústico; era nuestra alameda, en fin, un lugar particularmente retirado y solitario que hacía las delicias de la mujer del pintor.

Haylos en Vichy por todas partes; a la tarde, cuando Lucía y Pilar recorrieron las calles de la villa termal para informarse de su traza, lanzaron exclamaciones de contento al dar a cada instante con una sombra, una alameda, un parque.

La parte de acá, que está en rampa, aunque suave, no la podemos ver toda, porque nos lo impide el borde de la meseta sobre la cual estamos nosotros y a bastante distancia; pero se ve algo de lo principal... casi toda la Colegiata y un poco de los primeros edificios de la Costanilla, que arranca hacia acá del mismo costado de la Colegiata y es el camino más usado para venir desde la villa a Peleches y al paseo de la Glorieta, que es esa especie de alameda que ves a dos pasos de la entrada de este patio, un poco a la derecha.

Llevaba ramos para la mamá y las niñas, y estuvo locuaz, atrevido, aunque, con gran desencanto de Amparito, no intentó como los otros, subir por la fachada, sistema que a ella le parecía muy interesante. Por la tarde, Nelet enganchaba la galerita, y a la Alameda, donde la fiesta tomaba el carácter de una saturnal de esclavos ebrios.

El jurisperito, gran madrugador, había vuelto de misa y del acostumbrado paseo por la alameda de Santa Catalina, o sea el Bosque Pancracio de la Vega, y muy instalado en su poltrona aguardaba la llegada de su nuevo amanuense. ¡Adelante, joven! dijo en alta voz. ¡Adelante! ¡Bien! ¡Bien! ¡Me place la exactitud! Tome usted asiento. Voy a decirle cuáles son aquí sus obligaciones.