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Trampeta en persona, que daba sus vueltas por allí, llegó a impacientarse viendo al inmóvil testigo, pues ya otra olla rellena de papeletas, cubiertas a gusto del alcalde y del secretario de la mesa, se escondía debajo de ésta, aguardando ocasión propicia de sustituir a la verdadera urna.

Sólo le contuvo la idea de que su amo se había reconciliado con la beata, lo cual deploraba en el fondo del alma, juzgándolo feo y peligroso. Obdulia fingió no advertir la frialdad de la buena señora. ¿Está en casa? preguntó con el mismo semblante risueño. Está... Voy a avisarle. No hay necesidad. Me ha mandado venir a estas horas y me estará aguardando.

Pepita parecía arrepentida de la viveza de su protesta, pero callaba, aguardando á que fuese él quien reanudase la conversación. Tal vez quiera tu madre que Fermín Urquiola sea tu marido dijo el ingeniero tristemente. La joven aprovechó la ocasión para recobrar su voz tierna de enamorada. Con ese, nunca, ¡nunca!

La esposa de éste y el subinspector se quedaron contemplando el juego y aguardando el momento en que alguno de los dos pudiese tomar parte en él; de suerte que la viuda y su interlocutor, gracias a la preocupación de los jugadores de whist, se quedaron en el canapé tan aislados como pudieran estarlo en el fondo de un bosque.

Y, sin detenerse un punto, tornó a subir el fraile, todo temeroso y acobardado y sin color en el rostro; y, cuando se vio a caballo, picó tras su compañero, que un buen espacio de allí le estaba aguardando, y esperando en qué paraba aquel sobresalto; y, sin querer aguardar el fin de todo aquel comenzado suceso, siguieron su camino, haciéndose más cruces que si llevaran al diablo a las espaldas.

Perezosamente apoyado en los umbrales de la puerta, el Príncipe silbaba aguardando la hora de comer. El fuego era más vivo que nunca y la señora Princetot, preocupada con sus cacerolas, ni siquiera levantó los ojos al entrar Delaberge. La delgadísima criada, sentada ante la mesa, preparaba displicentemente una ensalada. ¿No ha traído nada el cartero? preguntó el inspector general.

Rabiando estoy por marcharme repliqué . Vengan acá esos bollos y ese chocolate, que la Sra. Marquesa estará con el alma en un hilo aguardando tan buenas cosas. ¿Y qué le digo a su merced en contestación al recado que tuve el honor de traer? Que está muy bien contestó Inés, apretando su cara contra la reja.

Cierta hermosa mañana del fin de septiembre hallábase el pintor sentado en un banco del parque, aguardando a Beatriz, que aquel día tardaba un poco en venir a dar su lección; Marcela corría y jugaba delante de él, y a cada instante interrumpía su juego, llegándose a besar a su padre, porque este querubín guardaba para Fabrice ternuras de mujer enamorada.

Y como final, la cárcel, donde encontró antiguos compañeros; el juicio, en el cual todos los que antes le temían se vengaban de los miedos que habían pasado declarando contra él; la terrible sentencia y aquellos malditos catorce meses aguardando que llegase de Madrid la muerte, que, por lo que se hacía esperar, sin duda venía en carreta. No le faltaba valor.

Tal vez el oficial iba acompañado en sus paseos por la imagen de alguna fraulein rubia y sensible que contaba los días en un puerto anseático aguardando la vuelta del buque; tal vez los marineros contemplaban en el espejo de su rudimentaria imaginación a la compañera ventruda y mal calzada con su grupo de pequeñuelos carillenos y peliblancos.