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Schmidt, en la obra citada, dice que el rey D. Pedro de Aragón, de este drama, apellidado el Cruel, es un personaje tradicional á que ha dado origen el Don Pedro de Castilla; pero los versos siguientes de la comedia de Guevara, También la afrenta es veneno, prueban que el rey de Aragón se llamaba también el Cruel.

Pero se me rechaza, se me tiene postergado, y, ¿por qué?... Porque detesto a los favoritos y a los eunucos; porque soy enemigo de Farinelli, y lo proclamo en voz alta; y así lo hice ayer mismo, en su presencia, cuando pasaba por la sala de guardias. , me ha hecho una injusticia, una afrenta; es un infame... Y lo diré a la faz de todo el mundo...

Pidiéronme perdón, y ofreciéronme toda caricia. Yo rabiaba ya por comer y cobrar mi hacienda, y huir de mi tío. Pusieron las mesas, y por una soguilla en un sombrero, como suben la limosna los de la cárcel, subieron la comida de un bodegón que estaba a las espaldas de la casa, en unos mendrugos de platos y retajillos de cántaros y tinajas. No podrá nadie encarecer mi sentimiento y afrenta.

25 Yacemos en nuestra confusión, y nuestra afrenta nos cubre, porque pecamos contra el SE

Al fin, como se sin una mano, Y el dolor que padece le atormenta, Volviendo las espaldas al cristiano, El resto de la pica al suelo abienta. Huyendo á gran priesa por el llano, Que ya no se le acuerda del afrenta; El otro, que se vió sin Pitum, solo, Aprieta con mas fuerza que el Eolo.

Arturo, de pronto, se puso pálido; pero recobrando en seguida su serenidad, calóse el sombrero, y respondió con descaro y cierta altivez: Nada hay en mi vida cuyo recuerdo pueda abochornarme; por lo tanto, le exijo a usted una explicación de esas palabras que me ha dirigido en son de afrenta.

Lo cual visto por don Quijote, alzó los ojos al cielo, y, puesto el pensamiento -a lo que pareció- en su señora Dulcinea, dijo: -Acorredme, señora mía, en esta primera afrenta que a este vuestro avasallado pecho se le ofrece; no me desfallezca en este primero trance vuestro favor y amparo.

Hasta creían ver en los criados cierta sonrisa, como si les alegrase la afrenta que aquella loca infería a sus parientes. Los señores de Dupont comenzaron a frecuentar menos las calles de la ciudad, pasando muchos días en su finca de Marchamalo, para evitar todo encuentro con la Marquesita y con las gentes que comentaban sus excentricidades.

¿Y quién es Muñoz? ¿Tiene algo de común contigo, al menos? ¡Hacerle a Julio la afrenta de casarte con otro! Tu propósito lo adivino, pero no tiene ninguna razón de ser, porque Julio no es para sino un amigo, como . Óyeme: en un tiempo tuve celos, , te lo confieso. Ya lo habrás leído en mi diario... Y a propósito, ¡qué picardía la tuya y la de Camucha, ir a leer el diario de mi vida!