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El milagro y el verdadero Dios eran incompatibles. Había coincidencias providenciales, que al hombre piadoso debían servirle de advertencias saludables, emanadas de Dios, traídas por la naturaleza. No era un milagro que se hubiesen equivocado los médicos que antaño le habían condenado para siempre a la esterilidad de su mujer; no era un milagro que Emma pariese ya cerca de los cuarenta años.

A pesar de las advertencias de sus amigos y compañeros, no podía vencer aquella pasión del juego, que tarde o temprano había de conducirle a la ruina. Pepa le observaba disimuladamente, y con la penetración maravillosa de las mujeres adivinaba debajo de su exterior frío, tranquilo, mucha mar de fondo.

La que ahora vuelve á salir á luz, merece con razon el elogio que le el Marqués de Mondéjar en la carta á la Duquesa de Averio, en que hace juicio de los más principales Historiadores de España, impresa por Don Gregorio Mayans al fin de las Advertencias de Mondéjar á Mariana, §. XIX. P. 114 llamándola cultísimo libro.

Este papel tomó á mis ojos el carácter de una especie de deber, cuando reconocí, como muchas advertencias me lo habían hecho presentir, que un león devorador, bajo las facciones del Rey Francisco I, rondaba furtivamente á mi joven protegida.

A bien que no ha sido ello por falta de advertencias mías; pero este Celso, con ser tan hombre de fe, es de suyo tan... Todo eso lo decía ya, y casi lo gritaba, el bueno del Cura a la puerta del dormitorio de su amigo, donde le interrumpió el descosido razonamiento otra llamada como la de antes. ¡Sabas! ¡Sabas!

Por la casa de los huérfanos soplaba un viento tormentoso que la había removido por completo. Raimundo, abandonando en absoluto sus estudios y costumbres metódicas, se había lanzado con ardor de neófito a los placeres mundanos. Su hermana, aterrada por este cambio, le hizo suavemente algunas advertencias, sin resultado. El joven se enfadaba como niño mimoso.

Era el más ferviente admirador de Gallardo, aunque abusaba de las confianzas de la intimidad, permitiéndose advertencias y críticas. De encontrarse él en la piel del maestro, lo hubiese hecho mejor en ciertos momentos. Los amigos de Gallardo hallaban motivos de risa en las ambiciones fracasadas del mozo de estoques, pero él no prestaba atención a las burlas. ¿Renunciar a los toros?... Jamás.

Simplón se retiró tan contento con estas advertencias en la mollera y en el bolsillo, como si le hubieran entregado las llaves del templo de la gloria. Iba resuelto a aplicarlas en asidua y metódica labor. ¡Pero qué difícil sería embutir tan heterogéneos «ingredientes» en el pellejo de un cuento-poema!...

Perico se enojaba de ver a su hermana echando en saco roto las advertencias del doctor, cosa que podía alargar la cura, y por ende la estancia en Vichy, pero no era capaz de vigilarla y de atender a que cumpliese las órdenes recibidas.

Las últimas cartas de Vd., queridísimo tío, han sido de grata consolación para mi alma. Benévolo como siempre, me amonesta Vd. y me ilumina con advertencias útiles y discretas. Es verdad: mi vehemencia es digna de vituperio. Quiero alcanzar el fin sin poner los medios; quiero llegar al término de la jornada sin andar antes paso a paso el áspero camino.