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Había empleado gran parte de sus economías en rescatar á Julî y procurarle una cabaña donde vivir con el abuelo, y no se atrevia á acudir á Capitan Tiago, temiendo no interpretase el paso como un adelanto de la herencia que siempre le prometía.

Agapo se adelantó, a fin de evitar la luz del farol, y dirigióse a don Pablo, que no se movía, en el umbral del comedor. Tengo que hablarle díjole rápidamente, sígame, afuera, en la calle. El bastón cayó de las manos temblorosas de don Pablo Aquiles... Misia Casilda se había precipitado al atorrante, y le obligó a entrar y a ponerse delante de la luz, que quería evitar.

La lluvia y la obscuridad se habían vuelto más intensas; se regocijó de esto, bien que fuera incómodo caminar con las dos manos tan llenas, porque era a lo sumo si podía llevar el látigo con uno de los sacos. Pero así que hubiera dado dos pasos podría proceder con toda calma. Se adelantó, pues, resueltamente, en la obscuridad.

En seguida se sentó junto á la mesa, y abrió su libro de devociones. No tardó mucho un gentilhombre en decir á la puerta de la cámara: Señor: don Francisco de Quevedo y Villegas, del hábito de Santiago, señor de la Torre de Juan Abad. Y pobre dijo entrando en la real cámara Quevedo. Se detuvo el gentilhombre y Quevedo adelantó. El rey seguía leyendo, como si no hubiera visto á Quevedo.

Como nunca la emoción hacía descuidar a Huberto sus actitudes, tomó una después de otra las manos de las dos primas, las besó con respeto, y silencioso y correcto, franqueó la puerta y se alejó. ¡Buen viaje, señor Posturas! murmuró Diana cuando estuvo algo distante. Luego, bruscamente: Me adelanto, María Teresa, porque tengo que probarme un vestido antes de comer. Hasta luego.

Así como estaba, en su blanca camisita de batista, Lita saltó del lecho sola y adelantó de la mano de su madrina... Atravesaron la habitación sin hacer ruido, en puntitas de pie, luego el dormitorio de la mamá, el cuarto de vestir, una sala... iban directamente a la puerta de calle... Lita misma abrió la puerta que comunicaba la sala con el vestíbulo.

Os engañáis, mi buena duquesa dijo Felipe III abriendo la puerta secreta del dormitorio y asomando la cabeza ; vuestro amigo el duque de Lerma despacha solo en mi despacho, porque yo me he perdido. Y franqueando enteramente la puerta, adelantó en el dormitorio. La duquesa hubiera querido que en aquel punto se la hubiera tragado la tierra.

En efecto, como esperaba, vió salir al cabo á Plutón con la frente vendada y la lámpara colgada del brazo en disposición de marchar á la mina. Se adelantó á él sin ser visto y en cuatro saltos bajó por los prados á un sendero por donde forzosamente tenía que pasar el minero. Se ocultó detrás de un árbol y esperó. Pocos momentos después pasaba Plutón.

Por una parte el espíritu de compañerismo con los tertulios de la tienda de la Morana, y por otra la molestia que sentía con las constantes excitaciones de la prensa, a las que no estaba acostumbrado, le hicieron renegar pronto de aquel gran adelanto.

Así comprendemos dos que se hallan en su Cancionero, destinados probablemente á representarse en la Semana Santa en el oratorio del palacio de Alba. Escasa es, en verdad, la acción de ambos, pero se observa en ellos algún adelanto, comparados con los anteriores. Ya son más los interlocutores, y no sólo pastores.