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Ya tiene un nuevo médico de cámara su señora apuntó don Máximo con acento irónico. ¡Bah, bah, bah!... ¿Con qué perro o gato de la villa habrá dejado mi mujer de celebrar consulta? Estos días anda furiosa con usted y dice que se va a morir sin que usted haga caso de ella.

Para satisfacción de muchos lingüistas, va sustituyendo el ASCII, un sistema de codificación de 7 bits que sólo puede procesar 128 caracteres, o sea únicamente el inglés, con unas extensiones que toman en cuenta las letras que llevan acento o tilde en algunos idiomas europeos.

Luego la miró con inquietud, temeroso de que le hiciese perder una tarde tan interesante... ¿Qué decidía? ¿Se consideraba con valor para asomarse a la plaza? ¡Yévame! dijo ella con acento angustioso . ¡Sácame pronto de aquí! Me siento enferma... Déjame en la primera iglesia que encontremos.

Este bajó los ojos al suelo en demanda, sin duda, de inspiración, se atusó el bigote, tosió ligeramente y al fin dijo con acento solemne: Tía, no si es que Dios me ha tocado en el corazón o es que me voy cansando de la vida que llevo; pero es lo cierto que de poco tiempo a esta parte me acuerdo mucho de los consejos que me ha dado muchas veces, que ando con deseos de formalizar, de romper con estos hábitos poco dignos que la falta de un padre y, sobre todo, de una madre como usted me han hecho adquirir.

¿Y a dónde se marcha usted? preguntó Antonia con acento de tristeza. ¿A Italia? ¡Oh! ¡Italia! ¡Italia! exclamó Amaury estremeciéndose. Allí debíamos ir ella y yo. ¡No! ¡no! ¡De ningún modo!

»Pero cuando su pena llegó al límite, encontró compasión y entregó su alma envenenada por una cruel preocupación. Pueda como él, todo perjuro a su juramento, sufrir de su cobarde impostura el castigoAcordándome de esta balada, he comenzado a repetir esta imprecación en voz alta y acento tan colérico, que he huido, lleno de terror, temeroso de que el cielo me oyese. 8 de septiembre.

Padre mío dijo con acento de inflexible audacia. Necesito estar sola un momento con el señor de Bray. El señor D'Orsel se levantó sin vacilar, besó fraternalmente a su hija y salió. ¿Usted partirá mañana? me dijo, permaneciendo de pie como yo estaba también. le contesté. ¡Y no volveremos a vernos más! Nada repliqué. Jamás continuó, ¿lo entiende usted? jamás.

Pronunciad, pronunciad sin temor el nombre de esa señora dijo Dorotea ; no es la comedianta, no es la mujer perdida quien os lo pregunta, no es tampoco la mujer celosa; es vuestra hermana, vuestra buena hermana, que porque os ama, ama á la mujer que os ama y es también hermana suya; decidme su nombre. Doña Clara Soldevilla contestó don Juan con acento opaco. ¡Ah, la famosa menina de la reina!

Entonces, señor respondió con un acento de amargura que había quedado callado en su alma desde el día memorable en que habían quedado destruidas las esperanzas de su juventud ; entonces, señor, ¿por qué no dijisteis eso hace diez y seis años? ¿Por qué no la reclamasteis antes de que llegase a quererla, en lugar de venir a tomármela en este momento?

Hablaba como si le hubiese arrancado el galán a su amiga, con acento protector y desdeñoso que hubiera hecho dar un salto a la orgullosa hija de Salabert si por ventura la hubiese oído. ¡Pobre Clemen! Se está haciendo vieja, ¿verdad? ¡Qué figura tiene todavía!