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Mas lo que fué motivo de disgusto trocóse en placer intenso, como sucede siempre, cuando al cabo se les participó que unos cuantos fardos habían llegado a Lancia, y que allí esperaban el carro que había de traerlos a su destino. Como el periódico estaba ya compuesto hacía días, procedióse inmediatamente a la tirada, que había de ser cuantiosa.

Con la muerte de tal Capitan trocóse la victoria de este dia en tristeza y sentimiento; porque perder una buena cabeza suele causar algunas veces inconvenientes y daños de mayor consideracion, que no lo es el provecho que resulta de la victoria que se adquiere con su muerte. Sintiólo Roger mucho, que le tenia concertado de casar con una hija suya, y puesta en su persona su mayor esperanza.

Remedio no tiene lo que hecho habéis; que, de una parte, a esa, que honrada era, y que por vos sin honra gime, dicho se está que la debéis la honra; en cuanto a , yo no os amo; engañada estaba, y harto diferente de lo que sois os creía cuando os amaba, o mejor dicho, amaba en vos un sujeto de mi fantasía: de mi sueño he despertado; el fantasma de mi amor ha desaparecido; la estrella de mi esperanza se ha nublado, y el aliento de mi vida es ya un fuego del infierno que resistir no puedo, que el corazón me abrasa y en la desesperación de los condenados me arroja; que yo, antes de conoceros, el amor no conocía, y cuando le conocí, le amé, y tanto, que en tan poco tiempo, en mi vida, en mi única existencia posible trocose; y cuando le pierdo, cuando veo lo imposible de recobrarle, siento y conozco, sin que me quede ni aun el consuelo de una duda, que sin él vivir no puedo; y ya que sabéis esto, y que comprender debéis si es que ya la pasión, o el empeño, o el vicio y la maldad no os han entorpecido el entendimiento, que vos, causa de mi amor, no podéis ser mi amor, porque en vos no hallo lo que mi alma en el amor hallar deseaba; renunciad a toda esperanza de que yo, olvidándome de quién soy, y de lo que a mi honra y a mi conciencia debo, mi perdón os otorgue, por esposo os reciba y en vuestros brazos me eche.

Aquí dio fin y término otra vez mi ya vacilante serenidad, y el «nudo» que me estaba oprimiendo la garganta rato hacía, trocóse en humor benéfico que me empañaba los ojos y crecía por el contagio del llorar de las mujeres que me acompañaban en el cuarto, y que, al fin, llegaron a contaminar a Neluco, médico y todo, mientras volvía a oírse afuera la nota triste de antes recorriendo los grupos y las masas de aquellas compungidas y humilladas gentes... Hasta que vibró de nuevo la voz del Cura, y todo calló, como si hasta con el respirar se profanara la augusta solemnidad de lo que iba a suceder allí... como creería yo profanarlo si me atreviera a extraer su recuerdo del sagrado de la memoria, donde lo guardo indeleble, para describirlo con mi pluma torpe y grosera en este miserable papel.

Mas al ver delante de aquel hombre pequeñito, insignificante en su persona hasta la vulgaridad, llano en el decir hasta el desaliño, que jamás sacaba las manos de las mangas, como no fuera para tomar rapé en su tabaquera de cuerno, y ponía de manifiesto con deplorable frecuencia un pañuelo de hierbas insolente de puro feo, a cuadros azules y amarillos, con algunos vivitos verdes, trocóse su recelo en desprecio, y con la desdeñosa frialdad que guarda el grande orgullo para el pequeño que juzga empingorotado sobre una superioridad usurpada, manifestóle su deseo de reconciliarse con su mujer, olvidando todo lo pasado, y expresóle su voluntad de que fuera él mismo quien aconsejara a la esposa abandonada acceder a sus pretensiones.

Su elocuencia trocose en mutismo; su antigua arrogancia, en el más profundo convencimiento de la propia indignidad; su exaltado amor a la vida, en el desvío total de todo goce, de todo triunfo. ¿Hacia qué corredor lleno de celadas había enderezado sus pasos? ¿Qué escalera de maleficios habíase puesto a descender a la vejez?

En un principio la hermandad lo compraba todo; mas como las compras salían caras, la asociación estableció un pequeño obrador donde recibía a las jóvenes que, hallándose sin trabajo, querían coser a menor jornal que para tiendas o particulares: el obrador, pequeño, bien dirigido y mejor administrado, trocose pronto en taller grande, de modo que al año quedaron enlazados en sabroso nudo la piedad y el lucro, viniendo a ser aquello una santificación del trabajo.

Pero pasaban los años, todo eran promesas, y el roder, creyendo firmemente en la omnipotencia del diputado, achacaba a desprecio o descuido la tardanza del indulto. La sumisión trocose en amenaza, y don José sintió el miedo del domador ante la fiera que se rebela. El roder le escribía a Madrid todas las semanas con tono amenazador.

Era un temperamento muy nervioso el suyo; no cabía en él la indiferencia: o amaba o aborrecía. Por eso, pasada la sorpresa, sin buscar la razón de tal antipatía, trocose presto su amor en odio. Y a los pocos días la brigadiera Ángela, si quiso, pudo observar que los ojos de Miguel no expresaban ninguna clase de adoración.

Carecía de talento y su inteligencia no era muy superior a la de cualquier perro de aguas; pero su conciencia se le reveló. Vos no poseéis mi estima le dijo un día al notario, creyendo hacerle un gran bien. Y la repugnancia que L'Ambert sentía por él trocose en odio mortal. En los últimos ocho días de su forzada intimidad sucediéronse las tempestades casi sin interrupción.