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Pero ¿qué revolución no ha sido hecha por una minoría y no se ha visto obligada á imponerse á la debilidad y el pensamiento miope de los más? El gobierno provisional del feminismo no prestó atención á estas tránsfugas que lamentaban la muerte de los varones de su familia ó temían por la existencia de los que aún se mantenían vivos, prefiriendo su egoísmo particular á los intereses del sexo.

La ignorancia era la peor servidumbre, el más atroz martirio de los pobres. Pero la instrucción aislada e individual resultaba inútil: sólo servía para formar desertores, tránsfugas, que se apresuraban a alinearse con el enemigo. Debían instruirse todos al mismo tiempo: adquirir la gran masa el conocimiento de su fuerza, apropiarse de golpe las grandes conquistas de la razón humana.

La verdad existia; y conocida y atacada por los siete mil que no habian doblado la rodilla ante Baal; cuando los tránsfugas vuelven y se acercan al número escogido, que no digan que restauran, digan que recobran; no dan, reciben; no iluminan al mundo, son ciegos á quienes la bondad de la Providencia les abre los ojos á la luz.

Primitivo, desmintiendo su acostumbrada impasibilidad, dio rienda a una cólera furiosa, desatándose en amenazas absurdas contra los tránsfugas. Quien se mostró estoico fue Barbacana. La tarde que se supo la pérdida definitiva de la elección, el abogado estaba en su despacho, rodeado de tres o cuatro personas.

A su lado, y como huyendo avergonzados de la compañía de los demás, nos muestran la espalda los tránsfugas de la literatura; los que van á buscar en la política, más que el nombre que su natural disposicion les brindaba, un descrédito probable por el pronto, y, á la larga, el anatema ó el olvido.

El rey firmó al mismo tiempo su contrato y su cesantía, y el duque se encontró casado y destituido el mismo día. El nuevo poder le hubiera acogido de muy buena gana entre la multitud de los tránsfugas; incluso se llegó a decir que el ministerio Casimiro Périer le había hecho algunas proposiciones. El duque rechazó todos los empleos, primero por orgullo, pero también por una invencible pereza.

El segundo, que es de la amistad, los habilita para que á su retirada á los toldos roben impunemente, como lo hacen con cuanto pueden abarcar sus fuerzas, y sin estrepito nos arrasan diariamente los campos, reduciendo á nuestros ganados y chacras del Salado á una miseria espantosa: sin que por esto dejen de reunirse en diferentes épocas del año varias tribus, para hacer cuantiosos robos, ojeando antes los rodeos que han de asaltar, asociados, ó talvez conducidos de nuestros transfugas gauchos desertores.