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Testigos presenciales de las vicisitudes y los incidentes de la penosa campaña que acaban de librar nuestras tropas en Oriente, hemos tenido oportunidad de admirar en muchas ocasiones la increible resistencia de los soberbios corceles del Tercio Táctico, de la Guardia Rural, que una vez aclimatados resisten admirablemente la temperatura tropical y son capaces de realizar jornadas increibles, lo mismo por la sierra que por el llano, sin experimentar el más leve quebranto.

Tanto los artilleros, como los infantes y los admirables jinetes del Tercio Táctico de Caballería de la Guardia Rural, se convirtieron en menos de tres años en verdaderos soldados, no inferiores en modo alguno á los de las primeras potencias militares de la vieja Europa.

El resultado era un completo éxtasis, y al través de la explicación sobre las propiedades terapéuticas de las tinturas madres, veía a los alumnos militares en su estudio táctico de campo, como se puede ver un paisaje al través de una vidriera de colores. Los chicos de la clase de Botánica se entretenían en ponerse motes semejantes a las nomenclaturas de Linneo.

Y en efecto, aquel compuesto de audacia y de sangre fría, de crueldad y de sensibilidad; aquel golpe de vista seguro y penetrante de profundo táctico, unido a una prontitud de ejecución siempre justificada por el éxito; aquel lenguaje, tan pronto cargado de los colores orientales, tan pronto abrupto y brusco; aquellos vastos conocimientos, aquellos crímenes, excusables y comprensibles hasta cierto punto, aquel interés que rodeaba al proscrito, aquella existencia prematuramente amargada, las amargas revelaciones de aquella alma fuerte y generosa, a quien el destino condujo a demostrar el amor filial por un asesinato, y el amor fraternal por otro asesinato; en fin, la vista de aquel réprobo, grande en medio de sus desgracias, todo aquello debía fascinar a una imaginación ardiente y joven.

El P. Sibyla ni le miraba siquiera; le dejaba bufar; el P. Irene, más humilde, procuraba escusarse acariciando la punta de su larga nariz. S. E. se divertía y se aprovechaba, á fuer de buen táctico como se lo insinuaba el canónigo, de las equivocaciones de sus contrarios.

Con eso le replicó el licenciado Daza Zimbrón, que alardeaba de táctico no demostraría ese mucho ardid que dice vuesa merced; pues el jefe de un reino poderoso, como apunta a serlo el Bearnés, ya que ha de dar la batalla, no debe hallarse en la refriega, entre sus soldados; que si él mesmo fuere muerto o vencido, el reino todo se pierde, como aconteció a los persas y medos, vencidos por Alejandro, muerto el rey Darío, y en España muerto el rey don Rodrigo, y en Hungría, en nuestros tiempos, muerto el rey Ludovico, en la batalla que dio temerariamente a los turcos.

Teníamos por General a un hombre impetuoso, de más arrojo que prudencia; mediano táctico, pero incansable en las marchas. Nuestro Jefe de Estado Mayor, D. Francisco Javier Abadía, era un militar muy entendido, quizás de los mejores que entonces tenía el ejército español, y el coronel puesto al frente de la artillería pasaba por un oficial de mucho entendimiento en su arma.

También con esto que dejamos apuntado está de acuerdo el General Monteagudo, entre cuyos proyectos figura el de adquirir en los Estados Unidos, un número suficiente de caballos del mismo tipo de los que tan excelente resultado han dado en el Tercio Táctico de la Guardia Rural. Por fuerzas del capitán Perdomo.