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Aquí llegaba Eugenio, y, como ven nuestros lectores, la dulce y apacible y juiciosa filosofía de la mañana, se habia trocado en pensamientos satánicos, en inspiraciones de Beelzebub. Nada se habia mudado en el mundo, todo proseguia en su ordinaria carrera, y ni el hombre ni la sociedad podian decirse peores, ni entregados á otros destinos, por haberle sucedido á Eugenio una desgracia imprevista.

Habitualmente encuentro muy bien al señor Boulmet, pero hoy me es sencillamente odioso... Su cráneo desnudo me parecía el receptáculo de un mundo infinito de malos pensamientos; aquellas dos cositas brillantes que esconde bajo sus anteojos de oro despedían para fulgores satánicos, y hasta su bigote gris, de aspecto ordinariamente bondadoso, tomó a mis ojos una significación agresiva.

Sacrílegos, blasfemos, apóstatas, hereges, réprobos ante Dios y ante los hombres, maldecís de vuestros propios hermanos, confesores y mártires, infamais y calumniais á sus mas dignos prelados, inventais satánicos ardides para esquilmar y desustanciar á los atribulados mozárabes, haciendo tributarias las iglesias y altares para enriquecer el erario del tirano con las sagradas oblaciones del templo, y consumais con inicua farsa la deposicion de los buenos obispos. ¡Oh qué tiempos! ¡qué angustia y turbacion! «Las cárceles están llenas de clérigos; las iglesias privadas del oficio de sus prelados y sacerdotes; los tabernáculos divinos en horrenda soledad; las arañas estienden sus telas por el templo; el aire calma en un total silencio; no se entonan ya en público los cánticos divinos; no resuena en el coro la voz del Salmista, ni en el púlpito la del Lector; el Levita no evangeliza en el pueblo; el sacerdote no quema incienso en los altares, porque herido el pastor, se desparramó el rebaño: esparcidas las piedras del santuario, faltó la armonía en sus ministros, en los ministerios, en el santo lugar. ¡Y en tanta confusion solo resuenan los Salmos en lo profundo de los calabozos !» Y sin embargo, ¿qué preciosa no será la cuando se mantiene á toda costa? ¿Qué viva cuando no se apaga en tal tormenta?

No llega usted á este punto del satanismo, y más vale así. Se queda usted en menos de la mitad del camino, y por usted lo celebro. En cuanto á los catorce sonetos, serían estéticamente mejores si fuesen satánicos. Yo comprendo á Baudelaire, y en cierto modo le admiro, aunque me disgusta.