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Dexó Zadig á esta Syria y á todas las demas que buscaran su basilisco, y siguió su camino por la pradera. Al llegar á la orilla de un arroyuelo, encontró á otra dama acostada sobre los céspedes, que no buscaba nada. Parecia magestuosa su estatura, aunque tenia cubierto el rostro de un velo.

En cambio, otras obras más recientes españolas, como la Diana de Montemayor, El Español Gerardo de Céspedes, las novelas de Lope y de Montalbán y en general todas nuestras comedias de capa y espada nos hacen pensar que estamos contemplando un mundo diferente, que entre el modo de vivir, de pensar y de sentir de aquellos hombres y el nuestro media un abismo. ¿Qué significa esto?

Y echó a correr, cortando el camino a través de los céspedes. Cuando María Teresa estuvo sola bajo los árboles de la avenida, pensó que un adiós definitivo le había causado a ella también alguna pena. Se sintió turbada y un poco triste al considerar que los días felices de aquella estación tan alegre, pertenecían ya al pasado.

En El Hércules de Ocaña nos presenta Diamante al famoso espadachín Céspedes, muy popular en España por su fuerza y por su valentía casi increíble, especie también de personaje mítico ó tradicional.

Pero los de otros novelistas españoles, como Mateo Alemán, Vicente Espinel, Vélez de Guevara; Céspedes, etc., á menudo nos fatigan por lo deshilvanados, ya que no por lo desabridos... Y lo mismo sucede, á pesar de su excelencia, con las novelas de algunos escritores extranjeros, como Richardson, Fielding, Dickens, Juan Pablo Richter, etc.

Cuando la luna brillara en las regiones aereas, el gusano fosforico en los cespedes, el meteoro al rededor de las sepulturas y una llama rojiza sobre las lagunas; cuando aparecera el relampago repentino de las estrellas que caigan, cuando los buhos haran oir sus tristes conciertos y las hojas permaneceran inmoviles y silenciosas en el bosque que cubre la colina, mi alma pesara sobre la tuya con fuerza y de una manera terrible.

De los más dulces tiempos de su vida fueron esos: y del solaz de ellos, del gozo de ellos, vino a sacarlo, sacudiéndole las más recónditas fibras del corazón, el grito de independencia lanzado en Yara, en la madrugada heroica del 10 de octubre de 1868, por el varón ilustre, por el caudillo insigne, por Carlos Manuel de Céspedes.

La ciudad envió á don Jorge de Portugal Veinticuatro y al jurado Alonso de Cespedes y á Francisco Sanchez escribano para que asistiesen por Sevilla á la junta de la Rambla «sobre la confederación desta andaluzía» dando de ayuda de costa á los dos primeros á razón de 1000 maravedises diarios y 570 al escribano. Rey e señor ser en castilla» .

Tras él el Presidente al punto envía A Valero, que sale como un viento, Y con las provisiones le requiere, Mas él, obedecerlas nunca quiere. El buen Torres de Vera como entiende Aquesto, determina de partirse Al Rio de la Plata, que pretende Del Virrey y su ira escabullirse. Tras él saliendo Céspedes, le prende, Que no le aprovechò con priesa el irse.

El amor, no es más que fatigas y dolores. Basta de amor, que harto conozco ya lo que trae consigo. Volemos otra vez, y vamos a donde quieras, amiguito. De veras te digo que me cargan estos árboles y este río: estoy ya hasta la corona de céspedes, prados, arroyos y pajarillos. Démonos una vueltecita por esos mundos. Levántame: quiero subir hasta las nubes.