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Quisiera saber si existe un solo hombre que no se haya tratado de imbécil, descubriendo un hecho, que aunque muy visible, no llegaba a ver. ¡Ah! es muy fácil llamarse perspicaz, como también es fácil parecerlo, cuando se nos ponen los puntos sobre las íes.

No te ha hablado mal de ; te ha acogido con benevolencia y te ha convidado á comer, resumió Roussel ... ¡Ah! Hijo mío, todo esto es más grave de lo que había previsto. Veamos; vamos á poner los puntos sobre las íes, porque va en ello mi tranquilidad presente y tu seguridad en el porvenir.

¡Nada, nada, pone usted los puntos sobre las íes! Y al decir esto se balanceaba sobre la mecedora y echaba sus piernas didácticas al alto con tal alegría que ningún emperador la sintió mayor al poner una placa sobre el pecho de alguno de sus generales victoriosos.

Su padre, en efecto, a quien había disgustado profundamente el año que perdía Nébel tras un amorío de carnaval, debía apuntar las íes con terrible vigor. A fines de Agosto, habló un día definitivamente a su hijo: Me han dicho que sigues tus visitas a lo de Arrizabalaga. ¿Es cierto? Porque no te dignas decirme una palabra.

Pues bien, que tome el de su padre: Santaló. No, señor dijo la condesa . Es preciso que acabe en i para que le prestigio; mientras más íes, mejor. En ese caso dijo Rafael , que se nombre Misisipí. Consultaremos a Polo dijo la condesa . Y a propósito, ¿dónde se ha escabullido nuestro poeta?

Había tenido almacén de maderas, y se contaba que en cierta época les puso los puntos sobre las íes a los pinares de Balsain. Era hombre sin instrucción, y... lo que pasa... por lo mismo que no la tenía gustaba de aparentarla.

Hervieu no comprende las vehemencias alucinantes de Balzac ó de Flaubert, ni la fiebre creadora de Daudet: él empieza á escribir poco á poco, merced á un gran esfuerzo voluntario y sin gozar el flujo impulsivo de la verdadera inspiración: sus ideas van presentándose lentamente y como á remolque, alineándose entre los renglones de una escritura vigorosa y apretada, donde las íes jamás dejan de tener su punto correspondiente. «Mientras trabajo dice, guardo conciencia de mi esclavitud, soy como el viajero que espera, bajo las tinieblas del túnel, ver lucir de nuevo la claridad del día

Nada me parece más a propósito para infundirles algún consuelo dijo Núñez . Realmente en los momentos de tristeza y desesperación, si algo puede llevar el sosiego al alma ulcerada del delincuente, es la consideración de que se encuentra delante de la ciencia y de que ésta le contempla. Así es, amigo Núñez, así es. Usted sabe poner los puntos sobre las íes. Alguna vez se me olvidan.

Aparisi, propietario y concejal de oficio, era un hombre que se preciaba de poner los puntos sobre las íes; pero con el marqués de Casa-Muñoz no le valía su suficiencia, porque este no toleraba imposiciones y era capaz de poner puntos sobre las haches. Había entre los dos una rivalidad tácita, que se manifestaba en la emulación para lanzar observaciones sintéticas sobre todas las cosas.

Me parece lo más urgente para las clases trabajadoras restablecer el equilibrio en la nutrición. La creencia en Dios y en la inmortalidad del alma en resumidas cuentas no sirve más que para turbar la digestión. Es así, querido Núñez, es así. Usted sabe poner los puntos sobre las íes. Tristán se llevó la mano a la boca para reprimir un bostezo.