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CAP. XIX. Continúa el P. Miguel de Yegros la misión de los Zamucos, á cuyas manos muere el hermano Alberto Romero. 173 CAP. XX. Progresos y aumentos de otras Reducciones en los años de 1717 y 1718. 191 CAP. XXI. Breve descripción de la provincia del Chaco; costumbres y cualidades naturales de sus moradores, y fundación de una nueva Reducción en ella. 209

Entrada del P. Yegros en las naciones de los indios Zamucos; trabajos que hicieron en la expedición II 173 Entrada de los neófitos de San Juan Bautista en la Ranchería de los Puxarís I 226 Entrada de los PP. Jaime de Aguilar y Agustín Castañares en las naciones de los Zamucos II 245 Entran ochenta familias de infieles en el pueblo de San Rafael II 283

Rompen las paces con los españoles los indios confinantes con la Asunción II 118 Rompimiento de la paz entre los españoles é indios Payaguás I 212 Salen los indios Chiquitos en busca de infieles para convertirles en cristianos I 134 Salida de los PP. Francisco Hervás y Miguel de Yegros, de la Reducción de la Candelaria, al descubrimiento del río Paraguay en 1702 I 181

Finalmente, á 29 de Septiembre, montadas las dos bocas del Mbotetei, llegamos á donde el Paraguay, dividido en dos brazos, forma á lo largo una isla de veinte leguas. Por estar ya en tierra de los Chiquitos se comenzaron á hacer muchas diligencias para hallar la cruz que el año pasado levantaron los PP. Francisco Hervás y Miguel de Yegros, reconociendo muchos lagos y ensenadas.

En estas empresas había trabajado gloriosamente nueve años el P. Machoni, cuando en el nuevo gobierno de 1719 vino señalado por secretario del P. Provincial Joseph de Aguirre, por cuya causa fué preciso encargar el cuidado de aquella Reducción al P. Joaquín de Yegros, con otros dos compañeros Jesuitas.

Llegó, pues, de vuelta de los Zamucos al pueblo de San Juan á 26 de Octubre de aquel mismo año de 1718 y luego participó las noticias de todo lo referido en este capítulo al Padre Visitador de aquellas Misiones, Juan Patricio Fernández, quien atribuyendo á singular misericordia de Dios y á los méritos y sudores del apostólico P. Zea que aquellos bárbaros estuviesen tan deseosos del santo bautismo y tan contentos y prontos á dejar sus tierras hizo luego despachar los dos Zamucos que trajo el P. Miguel de Yegros, con aviso al cacique de que se fuese con todos sus vasallos á las tierras de los Cucarates, porque en breve se partiría allá el P. Miguel con el hermano Alberto Romero.

Despachó, pues, delante el P. Yegros algunos indios cristianos que avisasen al cacique principal de los Zamucos de su venida, y que le llevasen en su nombre un bastón, hermosamente guarnecido, y una camiseta colorada, que son las galas que ellos estiman.

Luego que lo advirtieron los PP. Joaquín de Yegros y Lorenzo Fanlo montaron á caballo en su seguimiento, y fueron á alcanzarlos por unos cerros hacia Salta; mas siendo mucha la espesura de los bosques, y fragosidad de las sierras, se desmontaron, y á pie los siguieron, con increíble fatiga, porque no huían por vía recta, sino oblícua siempre, porque decían que así no les podría seguir la peste, cansada de los matorrales y revueltas.

Notable fué el sentimiento del P. Provincial viendo desvanecidos medios tan eficaces para el intento; mas no por eso desistió abandonando la empresa, y así, pasado el año siguiente á la visita del colegio de Tarija, ordenó al Padre Juan Patricio Fernández que fabricase algunas canoas en las riberas que se creía eran del río Paraguay, enviase por allí al P. Miguel de Yegros, con el hermano Enrique Adamo, á la Asunción, acompañándoles los Xarayes prácticos del río y valientes vogadores.

Mas sea lo que fuere de esto, salieron por Agosto de 1719 el P. Miguel de Yegros y el hermano Alberto, llevando todo recado para celebrar la Misa y lo demás necesario para fundar la iglesia de la nueva Reducción de San Ignacio Nuestro padre, llegando á la campaña que los Zamucos habían escogido para fundarla, no hallaron persona alguna; y enviando algunos por todas partes para tomar noticia de esta gente, hallaron su pueblo quemado, y supieron que se había retirado algunas jornadas lejos de allí, junto á una laguna abundante de pesca, cerrando los pasos por donde se les podía seguir.