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Como escribo mi libro guiado por los recuerdos, necesito el desórden con que la memoria me cuenta; ántes que se me olvide, quiero consignar que en la abadía de Westminster hay un rincon que se llama de los poetas, donde están los ilustres trovadores de Albion, faltando, que me chocó mucho, pues al momento lo noté, la tumba de Byron.

Unos acaban en la opulencia y en la gloria y otros desaparecen oscuros y miserables como un astro que después de haber brillado largo tiempo, se oscurece y se apaga. Vosotros habéis tenido un Garrick que dejó millones y está enterrado en Westminster. Nosotros tuvimos un Federico Lemaitre que murió lleno de deudas y que reposa bajo una humilde piedra pagada por sus últimos admiradores.

El Palacio de Cristal es la prueba de su poder de apropiacion cosmopolita; y la Abadía de Westminster, la Torre de Lóndres y el Palacio del Parlamento, que dominan el Támesis, son mas bien los testimonios de la soberbia aristocrática.

El de Vauxhall, cuyo servicio data de 1816, es un sólido y hermoso puente, pero no llama particularmente la atencion, así como el de Westminster. Esas obras son tan poderosas por su extension y el cúmulo de trabajo que ha entrado en ellas, que los cuatro puentes nomas de London, Waterloo, Southwark y Vauxhall han costado 20 millones de pesos.

Casi pensaba omitir en esta relación algunos pormenores relativos al primero de los monumentos que dominan el Támesis, la Abadía de Westminster, no obstante su importancia, porque me he propuesto no describir sino lo que haya visto. No tuve tiempo para recorrer todo el interior de aquella catedral de las glorias británicas, que es el reverso de la Torre de Lóndres.

Con todo, Westminster ha dado asilo a notabilidades de muy dudosa ortografía, muchas de las cuales han pagado mas bien que merecido el pasaporte para descansar en algunas de las gloriosas tumbas de la venerable catedral de los muertos y de los reyes, poblada de estatuas, bustos y obras soberbias de escultura.

Lo mismo sucede con la famosa abadía de Westminster, llena, como San Pablo, de objetos profanos, estatuas de marinos, bustos de hombres de estado, tumbas de reyes y literatos.

Rechazarán la emigración por orgullo nacional, considerándola como humillante para el pueblo inglés, y resistirán la reforma radical por egoísmo personal y orgullo de casta ó posicion social, como un trastorno de las leyes naturales, como el advenimiento de una igualdad absurda y disolvente. Los puentes, la navegacion y las márgenes del gran rio. Las Casas del Parlamento. Westminster.

Como he dicho ántes, Westminster es el Panteon de las grandes figuras de Inglaterra, en la ciencia, la literatura, la oratoria, el gobierno, la guerra, la marina, la poesía, las bellas artes y todo lo que puede abrir el camino á la inmortalidad.

Será el momento de prueba; en cuanto a la libertad, formando hoy la base de la concepción humana de la vida, no peligrará la desaparición del modo yanqui. Si un faro hay, persiste aún bajo las bóvedas de Westminster y el egoísmo inglés es su mejor guardián. En el Niágara. La excursión obligada. El palace-car. La compañera de viaje. Costumbres americanas. Una opinión yanqui. Niágara Fall's.