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Vese en las cercanías del mar el gracioso pueblo de Castro, situado en una pequeña eminencia; y despues de tres horas de navegacion marítima, se comienza á entrar en la ria de Bilbao, formada por el Nervion, en forma de larga y estrecha bahía, que permite á las aguas del Océano penetrar hasta los muelles de la ciudad.

La ballena, ó sea la gran mujer de los mares, á pesar de su ternura vese compelida á hacer depender todos sus actos de su lucha con las olas. Por otra parte, el organismo es idéntico bajo esa extraña careta: igual forma, la misma sensibilidad. Pez encima, mujer debajo. Es la ballena animal extremadamente tímido.

Delgada y desviando tan poca cantidad de agua, enfilando en sentido oblicuo, vese por lo tanto fácilmente mecida y le sobra la vejiga que sostiene á los peces densos. Así que, todos poseen aparatos apropiados á su centro.

El matrimonio, fijo, real, es la vida de la Naturaleza que se encuentra en casi todas las cosas. Respecto á las demás aves, dura á lo menos hasta que los pequeñuelos están en estado de manejarse por mismos: entonces la familia vese precisada á separarse necesitando extender el radio donde se procura su sustento.

Por ambos lados se vislumbra un torrente azul, muy azul, que corre sobre las verdes aguas, color de índigo tan sombrío, que los japoneses nombran al suyo: río negro. Vese perfectamente brotar el nuestro, entre Cuba y la Florida: sale hirviendo de su caldera, el golfo de Méjico. Corre cálido, salado, muy visible entre sus dos verdes murallas.

El ancho sol rojo desciende en paz, inflamado y sin calor. Llega la noche, y roza con sus alas negras y húmedas, cuando pasa. Allá abajo, al nivel del suelo, vese un fogonazo, con el brillo de una estrella roja avivada por las tinieblas circunvecinas. En la escasa claridad que resta, apresúrase todo bicho viviente.

Ese muro es sagrado; todos los días acuden a él mujeres árabes a colgarle ex votos, jirones de jaiques y de otras prendas, largas trenzas de cabellos rubios sujetos con hilillo de plata, trozos de albornoz... Al tibio soplo de la noche, y bajo un pálido rayo de luna vese ondular ese abigarrado pendón de la estulticia humana. Consignaré otro recuerdo de Argelia, y regresaré en seguida al molino...

Hasta la mujer delira y se olvida de su sexo, vese poseída del frenesí que asalta á los demás espectadores. Cuando todo ha terminado, la más bella mitad del género humano lanza un suspiro rendida de fatiga, mas no satisfecha, y exclama al abandonar aquel sitio: «¡Cómo!, ¿y para esto hemos venidoEl derecho del mar.

Suavizado por la familia, por la inocencia del niño, por la ternura de la mujer, el hombre se interesa primero en las cosas de la humanidad: vese entonces que las almas tienen su sexo y sienten muy diversamente.

El dón mitológico parece nacer en él por lejano atavismo, y vese en su poesía un claro rayo del país del sol y azul en que nacieron sus antepasados. Renace en él el alma caballeresca de los Le Poer alabados en las crónicas de Generaldo Gambresio.