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Comprar cosas. Lo primiero candil de barro. Pero comprarlo has sin hablar paliabra. Me vuelvo muda. Muda ... Comprar cosa... y si hablar no valer. Válgate Dios... Pues bueno: compro mi candil de barro sin chistar, y luego...».

Tardaron algún tiempo en buscar sitio, porque las ortigas y zarzales impedían marchar y romper convenientemente a los combatientes. Hola, don Pedro; frío, ¿eh? ¡Caramba qué mañana!... ¡Mire usted que levantarse un hombre de la cama para esto! ¡Válgate Dios! Pero dicen que es un favor que no se puede negar.

Acaeció, pues, que, yendo don Quijote con el aplauso que se ha dicho, un castellano que leyó el rétulo de las espaldas, alzó la voz, diciendo: ¡Válgate el diablo por don Quijote de la Mancha! ¿Cómo que hasta aquí has llegado, sin haberte muerto los infinitos palos que tienes a cuestas?

¡Válgate Dios por sueño, Florela! exclamó doña Guiomar toda encendida y confusa, por las imaginaciones en que a causa de su sueño podía dar su criada; ¿y para qué había yo de haberte mandado que detrás de las cortinas te sentaras, sino para que fueras testimonio a ti misma de lo honesto de mi conversación con ese hidalgo?

Señora Nina replicaba el proto-cursi , yo aseguro, bajo mi palabra de honor, que es usted un ángel; yo me inclino a creer que en el cuerpo de usted se ha encarnado un ser benéfico y misterioso, un ser que es mera personificación de la Providencia, según la entendían y entienden los pueblos antiguos y modernos. ¡Válgate Dios lo que sabe, y qué tonterías tan saladas dice!».

Estamos como el gallo de Morón... ¿Y para qué quiere los diez duros? Para lo que a ti no te importa. Di si me los das o no me los das. Yo te los pagaré pronto; y si quieres real por duro, no hay incomeniente. No es eso: es que no tengo ni un cuarto partido por medio. Este ganado indecente no trae más que miseria. ¡Válgate Dios! ¿Y...? No, no tengo alhajas. Si las tuviera... Busca bien, maestra.

Quiso acercarse a su víctima, pero ésta huía arrastrándose por el sucio aposento donde estaban colocados, como en anaquelería de tienda, los nidos de los pichones. ¡Válgate Dios! Le he roto una pata exclamó con voz temblorosa el hombre.

Válgate mil satanases, por no maldecirte por encantador y gigante, Malambruno; y ¿no hallaste otro género de castigo que dar a estas pecadoras sino el de barbarlas? ¿Cómo y no fuera mejor, y a ellas les estuviera más a cuento, quitarles la mitad de las narices de medio arriba, aunque hablaran gangoso, que no ponerles barbas? Apostaré yo que no tienen hacienda para pagar a quien las rape.

Bueno: que no se niegue cuando se trata de una ofensa grave... ¿Dónde está aquí la ofensa grave? Vamos a ver, que me lo digan, ¿dónde está? ¡Válgate Dios! ¡Válgate Dios! Miranda dejó escapar un imperceptible sonido gutural. ¡Ya lo creo! siguió el comerciante.

«El demontre del viejo se decía la señá Benina, metiéndose a buen andar por la calle de las Urosas , no puede hacer más que lo que le manda su natural. Válgate Dios: si cosas muy raras cría Nuestro Señor en el aquel de plantas y animales, más raras las hace en el aquel de personas.