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El palacio destinado al Congreso es un bello y noble monumento, de estilo griego en su fachada principal; pero carece de elevacion, y las otras tres fachadas son absolutamente vulgares. En el interior se encuentra bastante gusto y sencillez de adornos, aunque los salones, demasiado multiplicados, son pequeños.

Añádanse á éstas muchas más comprendidas en las colecciones vulgares del Teatro español, ocho en La Vega del Parnaso, y no pocas entre las sueltas, que se han impreso de vez en cuando de nuevo, ó que nos han sido conservadas en ediciones antiguas, hoy raras .

La variedad de formas y de aparejos era extraordinaría. Todavía se veían en los puertos, alternando con los bergantines y las fragatas vulgares, las carabelas turcas, las saicas greco-romanas, las polacras venecianas, las urcas de Holanda, los síndalos tunecinos y las galeotas toscanas.

De la poesía salvaje hemos venido á parar á los hábitos vulgares, ó si se quiere, patriarcales, de los harto fáciles placeres. El gran patriarca, respetable por su enorme cabeza, sus bigotes y sus armas defensivas, reina entre Agar y Sara, Rebeca y Lía, que ama con ternura lo mismo que á sus hijuelos, los cuales constituyen un pequeño rebaño.

Pero fuera por discreción o porque, según se desprendía de una frase del doctor, era poco aficionado a ceder su compañía, aquel a quien su compañero llamaba el señor Domingo no se nos acercó hasta muy entrada la tarde; y la cordial amistad que después nos unió debía tener fundamento aquel día en un hecho de los más vulgares.

El zapatero es hombre de revolución, despreocupado, superior a las preocupaciones vulgares, y come tranquilamente a dos carrillos.

En cambio, los nombres de los alrededores de Río no pueden ser más vulgares ni más vacíos de todo poético significado: la Sierra de los Órganos, el Corcobado, el Pan de Azúcar, Botafogo, las Larangeiras y la Tejuca.

Y no será poca mi suerte si no me interrumpe más de una vez para decirme: «Y a ¿qué me cuenta usted? ¡Si me lo de corrido mucho ha! ¡Si ese tipo y cuantos con él se rozan viven en mi calle!...» ¡Desdichado inconveniente que toca todo aquel que falto de ingenio, como yo, para inventar personajes y escenas del otro mundo, busca el asunto de sus prosaicas relaciones en los hechos vulgares y tangibles de la vida real y práctica de los hombres y de los pueblos!

Luego pasó á la universidad de París á estudiar Teología, i tomar él grado de maestro, i así por la fama que todos tenian de sus muchas letras como de sus no vulgares virtudes, logró la dignidad de arcediano de Treviño, de obispo de Cartagena, i despues de Burgos, i á mas la de canciller mayor en los reinos de Leon i de Castilla.

, había que decirle la verdad, esto es, la verdad de lo que no había; don Álvaro no había conseguido mayor favor de Ana Ozores, esto era lo cierto». Pero antes de buscar al Magistral, Ana quiso fortificar el espíritu por misma. Sentía la fe vacilante, los sofismas vulgares de don Carlos el libre-pensador venían a atormentarla a cada instante.