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El militar se arroja de mal humor en el cabriolé, entre un francés que le pregunta: ¿Tendremos ladrones? y un fraile corpulento, que con arreglo a su voto de humildad y de penitencia, va a viajar en estos carruajes tan incómodos.

11 e hizo voto, diciendo: El SE

Anda algo roío contestaba el señor Manolo ; hay tormenta en la atmósfera metálica: la gente tiene pocas ganas de papel. Cuando vendía un periódico nuevo, decía con énfasis: Hoy he tenido un éxito extramuros. Los redactores debían votarme un mensaje de gracias, a pesar de que no me llamaron para darme voz y voto.

21 pero fueron informados acerca de ti, que enseñas a apartarse de Moisés a todos los judíos que están entre los gentiles, diciéndoles que no han de circuncidar a los hijos, ni andar según la costumbre. 22 ¿Qué hay pues? En todo caso es necesario que la multitud se junte, porque oirán que has venido. 23 Haz pues esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen voto sobre .

¡Descalza! gritaron las tres damas. Pues claro, hijas, ahí está la gracia.... Ana ha ofrecido ir descalza.... ¿Y si llueve? ¿Y las piedras? Pero se va a destrozar la piel... Esa mujer está loca... ¿Pero dónde ha visto ella a nadie hacer esas diabluras? ¡Por Dios, Marquesa, no blasfeme usted! Diabluras un voto como este, un ejemplo tan cristiano, de humildad tan edificante....

¿Qué sería de nosotros, señores, el primer partido de la República, el partido que derrocó a Rozas, que abatió a Urquiza, el partido de Cepeda, esa platea argentina, en que el Xerjes entrerriano fue vencido por los Alcibíades y los Temístocles porteños, si entregáramos a las muchedumbres el voto popular?

Fué mi parecer é voto que que V. M. me había ordenado que fuese á servir en aquella empresa, é que estaba presto y aparejado para morir sirviendo en ella.

A la sazón llegaba de Nueva York pasando por La Habana, con ánimo de dirigirse a París, cuyos habitantes, furiosos por no haber dado todavía su voto decisivo sobre tan gigantesca reputación, habían hecho un motín para desahogar su bilis.

D. Fernando VII y sus legítimos sucesores, y guardar puntualmente las leyes del reyno. Y mandaron, que por el Señor Alcalde de primer voto se impartan las órdenes necesarias para que la ceremónia se celebre con todo el aparato debido, y para que inmediatamente despues de concluida la instalacion de la Junta, se publique el bando.

Parecían descontentos de su voto reciente y mostraban á la vez la serenidad de una conciencia tranquila. Eran soldados que acababan de cumplir su austero deber, suprimiendo todo lo que había en ellos de simples hombres.