United States or Greece ? Vote for the TOP Country of the Week !


En el pueblo hallamos pieles de nutrias, mucho pescado, harina y manteca de peces. Detuvímonos tres dias en él, y volvimos al real, dejando allí cien hombres, que en el interin pescasen con las redes de los indios para abastecer la gente; porque aquellas aguas son maravillosamente abundantes de pescado.

Pepita, aunque en nada habíamos convenido, pensó sin duda como yo que importaba el sigilo para sorprender luego cabalgando bien, y nada dijo de nuestra conversación. De aquí provino, natural y sencillamente, que existiera un secreto entre ambos; lo cual produjo en mi ánimo extraño efecto. Nada más ocurrió aquel día que merezca contarse. Por la tarde volvimos al lugar, como habíamos venido.

Y habiendo caminado como 6 leguas, alcanzó un indio de los de aquella primera partida, con la noticia de haber visto bajar algunos indios con cargas hácia el arroyo, con cuya novedad mandó el Comandante que inmediatamente se mudasen caballos; retrocediendo con una marcha bastantemente larga, volvimos al mismo arroyo, á cosa de las nueve ó diez de la noche.

Miré a Sarto. ¡Adelante! exclamó, y poniendo espuelas al caballo se lanzó al galope. Cuando volvimos a detenernos nada oímos, pero a poco se repitió el rumor. El coronel desmontó y aplicó el oído a tierra. Son dos dijo, y están a un cuarto de legua. Por fortuna el camino es tortuoso y la dirección del viento nos favorece.

Para abreviar, amigo mío: á los diez y siete días de nuestra salida de Santander volvimos á fondear en las Atarazanas, después de habernos equivocado en todos los puertos de la costa, y sin poder tropezar con el que íbamos buscando.

Supongo, señor Sanjurjo, que usted ya se irá acostumbrando a las exageraciones de las andaluzas. Seguimos hablando de política. Luego volvimos a hablar de toros. Por último, recayó la conversación sobre poesía. La exquisita amabilidad del conde le impulsaba a ello, pues que yo le había sido presentado como poeta. En España hay muy buenos poetas dijo el prócer con la mayor vaguedad posible.

La ventana no estaba cerrada, el pestillo estaba descompuesto; Ramona no dormía, me esperaba; en cuanto me sintió, descargó tremendo bofetón sobre mi rostro. No importaba. Volvimos a la lucha; los mismos incidentes; rodamos, nos anegamos en maíz; yo tragué muchos granos. Y tampoco vencí aquella noche. Salí de allí por un armisticio, con promesas de futura victoria.

Al mismo tiempo, una mueca violenta que reflejaba su enorme esfuerzo mental hizo bailotear un poco las dos filas de sus dientes, igualmente escandalosos por su blancura. ¿Pirovani?... ¡Ah, ! Aquel italiano que vivía en Río Negro y al que robó Moreno... No ; creo que nunca volvimos á hablar de su hija.

Hecho esto, volvimos debajo de la toldilla porque hacía más fresco, y además porque podíamos desde allí ver algo de lo que pasaba en cubierta. Nuestro anhelo y nuestro temor eran tan grandes, que casi no sentíamos la sed. Pasamos las primeras horas de la noche alerta. En el camarote del capitán habían botellas de cerveza, que era bebida que él solía tomar alguna vez.

Usted no es mi amigo replicó con dureza el joven. Deseo serlo de todo corazón y me sorprende su hostilidad. Sin embargo, no creo haberle dado motivo para que me trate como enemigo, desde la tarde en que juntos volvimos de Rosalinda. Esta alusión a Rosalinda, lejos de calmar al hijo de Miguelina, pareció aumentar todavía su irritación. ¡Detesto el disimulo! exclamó.