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De pronto también las copas de los árboles volvieron a su posición recta; el polvo quedó en suspensión descendiendo, lentamente, sobre el suelo; las haciendas levantaron la cabeza como investigando la causa de aquel cambio; los caballos relincharon un rezongo; el sol brilló de nuevo en todo su esplendor, rencoroso y candente: la tormenta había pasado en su colosal ruta parabólica, rumbo al poniente, donde pareció detenerse, como a esperar al sol.

Calmóse entonces la alarmada ira de los unos y el odio ardiente de los otros, vistiéndose otra vez los aceros de las espadas y dagas, ya casi desnudas y prestas a encender en fuego aquella que principió dulce y apacible fiesta. Trocada en sosiego la inquietud pasada, las cosas volvieron a su orden primero, recobrando la fiesta la turbada alegría.

A las dos les acometió una risa tan loca que los ojos de todos se volvieron hacia ellas. La de Peñarrubia, que sospechó que ella era la causa, les clavó una larga y fría mirada. Pero las chicas no podían reprimirse... ¡no podían...! ¡vamos, que no podían!

De tal suerte arredró tambien con este aviso á las partidas auxiliares de los otros pueblos que encontró en el camino, que varios de ellos retrocedieron y se volvieron á sus pueblos.

Y silbando fagina y después retreta llegó hasta el prado, dejó la macona en el suelo y se puso á segar el verde. Pronto se le olvidó el caso de Demetria y volvieron á su imaginación las dulces memorias del país donde florecen los naranjos. Una soleá muy gitana se le escapó de la garganta. Y como allí no podía oirle su abuela, cantó con todo el aliento de sus pulmones.

Creo que convendréis conmigo en que no he exagerado su belleza. Los oficiales volvieron los ojos al punto que les señalaba su amigo, y una exclamación de asombro se escapó involuntariamente de todos los labios.

Eran los días de la mamá; iban a tener visitas y había que estar presentables, para que las amigas, en vez de sonreírse compasivamente, se mordieran los labios. Cuando volvieron al tocador y se miraron en la clara luna, su alegría reapareció.

Llegaron en esto las otras dos galeras, y todas cuatro con la presa volvieron a la playa, donde infinita gente los estaba esperando, deseosos de ver lo que traían. Dio fondo el general cerca de tierra, y conoció que estaba en la marina el virrey de la ciudad.

16 El que a vosotros oye, a oye; y el que a vosotros desecha, a desecha; y el que a desecha, desecha al que me envió. 17 Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.

Volvieron a sonar las guitarras, haciéndose oír un rasgueo, alegre y armonioso; era un gato que se bailaba solo de puro sentido y bien tocado. Dos parejas salieron al medio de la rueda.