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Llegó Chisco felizmente a lo alto, volvió a descender la cuerda, atóse con ella Chorcos, subiéronle; y sin detenerse nadie a ponderarle la hazaña, ni ocurrírsele a él que lo que acababa de hacer mereciera tal nombre, corrieron todos a rodear a Chisco, de quien ya se había apoderado el médico en el robledal, asistido de don Sabas principalmente.

Hablaba con un entusiasmo, con una unción, de su adorada, que daba pena el considerar lo engañado que aquel hombre vivía; digo, daría pena a cualquiera que no estuviese, como yo, profunda y vivamente llagado por el desprecio de otra pérfida. Ruborizado como un colegial y tembloroso, volvió a hacerme por centésima vez confidente de unas niñerías que nunca me parecieron tan ridículas como entonces.

Ciertamente; y no hay para qué hablar de eso ahora, cuando en último caso no había de faltar quien nos dijera a cada cual el papel que le tocaba representar. Bonis volvió a crecerse. La alusión a la justicia era clara. Don Nepo sintió una ola de cólera subirle al rostro. Y recurrió a su venganza suprema. A contenerse y jurarse que se la pagaría el miserable.

Calló, y de nuevo volvió á susurrar como un aleteo el «

En esto volvió de su desvanecimiento el galán pobre, y reconociendo a su bienhechora, le besó las manos, llámandola ángel y qué yo qué, muy gozoso de verla a su lado.

Todos los aplausos eran para Gallardo. El público saludaba su primera aparición en la arena luego de la tremenda cogida que tanto había dado que hablar en toda la Península. Cuando llegó el momento para Gallardo de matar su primer toro, volvió a repetirse la explosión de entusiasmo.

Al oír esto, que Maxi expresó con cierta elocuencia, Fortunata volvió a inquietarse, y llamó de nuevo a su tío, que seguía dando los ronquidos por respuesta.

¡Oh, calla, tahonero, te lo suplico! volvió a exclamar el pobre amolador con voz desgarradora. En ese instante se paró la diligencia. Estábamos en la masía de los Anglores. Allí se apearon los dos boquereuses, y juro a ustedes que no hice nada por retenerlos. ¡Tahonero farsante! Estaba ya dentro del patio del cortijo, y todavía se oían sus carcajadas.

Estando inclinado hacia su prima, abrió ésta los ojos, le reconoció, se levantó de un salto, le dirigió una mirada de indignación, se volvió á abrochar y de pie en el umbral de la puerta, dijo: Conste que soy yo la que ha dado un paso de conciliación. Espero á usted á su vez esta tarde.

Se reimprimió en el mismo punto por los hermanos de Tournes en 1754, y volvió á hacerse otra edición en Madrid por Pedro Marín en 1771. Las dos ediciones hechas en Bélgica son en 4.º y la madrileña en folio. Fué obra que obtuvo una acogida por los religiosos cual ninguna otra de su género. Se llegó á hacer absolutamente necesaria á cuantos Misioneros pasaban á Indias.