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Al despedirse, Juliana dio besos a Obdulia, y a Frasquito un apretón de manos, ofreciéndose a plancharle las camisolas, al precio corriente, y a volverle la ropa, por lo mismo o menos de lo que le llevaría el sastre más barato.

Este establecimiento podria y deberia suprimirse, para darle nueva forma, poniéndole por asiento renovado en subastas públicas por el tiempo que se estimase, procurando que los periodos no escediesen de cinco años ni bajasen de tres, aunque si fuera dable volverle á la planta que tenia cuando la hacienda pública le tomó por su cuenta, seria mas económico al erario y mas provechoso á los pobres enfermos.

¡Oh, qué sabio es usted, Padre Alesón, y cómo se me aclaran las cosas más turbias oyéndole! Veo a Belarmino leyendo librotes y escribajeando papelorios lo más del día, y creía que esto no podía por menos de martirizarle los sesos y volverle más loco de lo que está. Yo juzgaba por , que no leo más que el libro de misa.

Pasó adelante, caminando siempre muy despacio, para dar tiempo á Canavurio que se pudiese informar, y volverle á encontrar antes del peligro.

La señora le guiaba hasta volverle a poner en el sillón. Esto se hacía siempre a puerta cerrada; pues antes de escudriñar su tesoro mandaba a Rosalía que echase el pasador a la puerta para que no entrara nadie. Una semana trascurrió desde el día de San Antonio, tristísima fecha en la casa, sin que el enfermo adelantara gran cosa.

El primer síntoma de esta enfermedad era el mal humor: en este primer grado, los enfermos podían curarse como los tísicos, y al efecto siempre que alguno era atacado, se empleaban para volverle a la salud mil clase de fiestas y regocijos, en las cuales tomaba parte toda la familia.

Ya se cansaría de la artista con ser tan hermosa, y entonces sería fácil volverle a la buena senda. Doña Bernarda admiraba una vez más el talento del consejero, viendo cumplidas sus predicciones, hechas con un cinismo que enrojecía a la devota señora. Ella también lo creía acabado todo. Su hijo era menos ciego que el padre.

Bien yo que al que se queda pobre la gente suele despreciarle y volverle la espalda, pero no hasta el extremo de que no quede una sola criatura racional que le tienda la mano y que le aliente y consuele.

No creo que yo pueda volverle a tomar gusto a la vida, que pueda volver a ser lo que era antes de que las preocupaciones materiales y mi pasión por Marta hubieran entorpecido y vaciado mi pobre cabeza. La misma Marta, mi misma querida mujer, en los tres años que duró nuestra apacible dicha, no pudo obtener este resultado.

Durante las pocas semanas que habían transcurrido desde que se cometiera el robo, había tomado la costumbre de abrir la puerta y de mirar de tiempo en tiempo hacia afuera, como si pensara que su plata había de volverle de un modo o de otro, o que algunos indicios, algunas noticias de su tesoro se encontraran misteriosamente en marcha y fueran susceptibles de ser apercibidos de los esfuerzos de su mirada o la intención de su oído.