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Acusado de hechicero y de gentil, y huyendo de la intolerante persecución religiosa, el padre de Gláfira salió de Creta con su hija. Anduvo errante por varios países y al fin murió dejándola abandonada. Vagando como Io, Gláfira llegó a Hesperia, sin Argos que la vigilase, pero también sin tábano o estro que la picase. No tenía más estro que su voluntad ambiciosa.

No marchaban; más bien parecían arrastrarse, con una firme voluntad de avanzar, pero traicionados en sus deseos por las piernas anquilosadas, por los pies en sangre.

Yo le veo en el porvenir, sonriéndoos con gratitud, desde lo alto, al sumergirse en la sombra vuestro espíritu. Yo creo en vuestra voluntad, en vuestro esfuerzo; y más aún, en los de aquellos a quienes daréis la vida y transmitiréis vuestra obra.

La voluntad llevada de este apetito solo ama á lo bueno; es decir, solo ama las cosas que mira como buenas, y como que pueden contribuir á su felicidad. Pero como es potencia ciega y libre, no se determina á amar las cosas particulares, si no la ilustre antes el entendimiento. Es preciso, pues, que el entendimiento presente una cosa como buena, para que la ame y apetezca la voluntad.

Los intercambios culturales suponen una voluntad de ponerse al alcance de la persona a quien queremos encontrar. Y este esfuerzo pasa por la comprensión de su lengua. Por supuesto, mis palabras son muy utópicas.

16 Pues bien que anuncio el Evangelio, no tengo por qué gloriarme porque me es impuesta obligación; porque ¡ay de si no anunciare el Evangelio! 17 Por lo cual, si lo hago de voluntad, premio tendré; mas si por fuerza, la comisión me ha sido encargada. 18 ¿Qué premio, pues, tendré?

Comprendo que la cosa es muy penosa y que a me es más fácil soportarla; pero es la voluntad de la Providencia.

Concediólo luego el P. Provincial, y esperanzado de que de este descubrimiento se seguiría á Dios mucha gloria, determinó que por la parte del río Paraguay entrasen por el Pilcomayo, que desemboca en aquel río, algunos Misioneros de los Guaranís, con orden preciso de que sin detenerse á reducir nación ninguna y sólo ganando la voluntad de los naturales, penetrasen hasta encontrar con los soldados españoles que entraban por la provincia de Tucumán, ó llegasen al paraje de los Chiriguanás.

Además las largas excursiones por las montañas, habían fortificado su organismo, como las ideas y reflexiones lo habían hecho a su vez con su energía moral y su voluntad. La palidez de su rostro le hacía más espiritual, más serio y sencillo, más hombre, en una palabra. Al través de sus entornados ojos, Antoñita le contemplaba y sentía agitarse en su espíritu mil confusos pensamientos.

A ratos dulce, a intervalos áspera, siempre segura de misma, había en ella asomos de energía, que antes que a la impresión del momento obedecían a la voluntad.