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Los tripulantes del lagarto volador examinaban la misma nube, pero con el auxilio de aparatos ópticos. Una de las amazonas aéreas le gritó algunas palabras en su idioma, al mismo tiempo que señalaba con un dedo la remota mancha blanca. El gigante le contestó con una sonrisa indicadora de su comprensión. A partir de este momento la nube fué tomando para él contornos fijos.

La segunda, que era puramente decorativa, pasaba desapercibida: la primera era formada por un mocetón de color bronceado vistiendo amplio chiripá de grano de oro, caído hasta el taco de la charolada bota de campana, camiseta de merino negro tableada, pañuelo volador de seda punzó, sombrero chambergo de felpa con un barbijo lleno de borlas que le castigaban la nariz y la barba y por una moza, no mal parecida, que lucía entre el cabello negro, lustroso, un ramo de fragantes claveles rojos y que indudablemente era la consentida del mocetón.

Citemos de paso las constelaciones del Triángulo y del Altar, donde se ven algunas estrellas de segunda y tercera magnitud; luego el Pez Volador, la Dorada y el Retículo situadas por encima del Navío.

Mi tía, que no era mujer de esperar, se puso también en marcha hasta la bocacalle y me arrastró consigo. En una vieja casa de la vereda norte de la cuadra de Victoria entre Bolívar y Perú se agolpaba la muchedumbre, y de cuando en cuando un cohete volador que partía desde el interior de la casa, atronaba los aires.

Sólo había quedado un aparato volador, algo antiguo, para los servicios extraordinarios, y su tripulación estaba compuesta de señoras maduras, movilizadas por la guerra, que habían permanecido largos años sin ejercer sus habilidades de guerreras del aire. La máquina, que tenía la forma de una paloma, no osó aproximarse mucho al Hombre-Montaña.

Despues de una hora de marcha lenta y perezosa por un sendero pedregoso y rudo, subímos á un estrecho volador que ceñia el costado del cerro. Toda vegetacion artificial habia desaparecido, y caminábamos al traves de enormes derrumbes que las nieves y las lluvias producen, al pié de manchas de abetos deteriorados por los huracanes.

Los soldados dispararon a todos los sitios que les indicaron. No quise ver aquella horrible caza. Al día siguiente, al anochecer, se detuvo el Flying Fish y una barca vino a acercársele. Bajamos, con las esposas en las muñecas, y nos sentamos en la barca. Venía custodiándonos un oficial con varios soldados. Perdimos de vista el Pez Volador, y fuimos avanzando hacia tierra.

Mas no todo lo que se escribe se escribió con el estudiado objeto de mantener la atención pública, con la pretensión de crear en los otros nuevas sensaciones, con el prurito de hacerse notable, de hacerse mirar, como ventana de donde sale disparado cohete volador.

Probó a subir desde el caballo a las bardas, pero estaba tan molido y quebrantado que aun apearse no pudo; y así, desde encima del caballo, comenzó a decir tantos denuestos y baldones a los que a Sancho manteaban, que no es posible acertar a escribillos; mas no por esto cesaban ellos de su risa y de su obra, ni el volador Sancho dejaba sus quejas, mezcladas ya con amenazas, ya con ruegos; mas todo aprovechaba poco, ni aprovechó, hasta que de puro cansados le dejaron.

Instantáneamente, el misterioso volador apagó los rayos de sus ojos, alejándose con un chillido de velocidad forzada que le hizo perderse á lo lejos en unos cuantos segundos. Esta visita quitó el sueño á Edwin, obligándole á sentarse sobre la pequeña pradera que le servía de cama.