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Siguió por la Escolta y estuvo tentado de empezar á cachetes con dos agustinos que sentados á la puerta del bazar de Quiroga reían y bromeaban con otros frailes que debían estar en el fondo de la tienda ocupados en alguna tertulia; se oían sus alegres voces y sonoras carcajadas.

444 Parece un baile de fieras sigún yo me lo imagino; era inmenso el remolino, las voces aterradoras; hasta que al fin de dos horas se aplacó aquel torbellino. 445 De noche formaban cerco y en el centro nos ponían; para mostrar que querían quitarnos toda esperanza, ocho o diez filas de lanzas alrrededor nos hacían.

¡No están! dijo el Magistral sin pensar en la sospecha que podían despertar su aspecto, su conducta, su voz trémula, todo lo que delataba a voces su pasión, sus celos, su indignación de marido ultrajado, absurda en él. Pero don Víctor también estaba preocupado. No le faltaba motivo.

Trataba á los hombres con la mas noble altivez, alzando el pescuezo, hablando en tan descompasadas y recias voces, y en tono tan altivo, y afectando ademanes tan arrogantes, que á quantos le saludaban les venían tentaciones de hartarle de bofetadas. Era con esto enamorado hasta no mas, y Cunegunda le pareció la mas hermosa criatura de quantas habia visto.

Gritos desaforados y lastimeras voces eran los que se oian en palacio; y todo cuanto se hacia para tranquilizarla era nulo, en lugar de aliviarla, escitaban mas y mas su furor.

EL SACERDOTE. Debe usted sufrir mucho... apóyese en . ¡Ay! ya estamos bien cerca de... EL GITANO. Del término de nuestro viaje, es cierto. MUCHAS VOCES. ¡Muera el perro! ¡muera! ¡Que le partan en pedazos! EL GITANO. Cómo gritan... EL SACERDOTE. , pero piense usted... EL GITANO. ¡En la muerte! ¡Para qué! ahí está el amigo del chaleco rojo que ya piensa por .

Y con esta manera de condición hace más daño en esta tierra que si por ella entrara la pestilencia; porque su afabilidad y hermosura atrae los corazones de los que la tratan a servirla y a amarla, pero su desdén y desengaño los conduce a términos de desesperarse; y así, no saben qué decirle, sino llamarla a voces cruel y desagradecida, con otros títulos a éste semejantes, que bien la calidad de su condición manifiestan.

Juanito viose detenido por la masa apiñada ante el tablado de los bailes populares. Sonaba el agudo cornetín repitiendo monótonamente la contradanza moruna o acompañando las voces de los cantadores, y a su compás saltaban sobre el tablado las parejas de bailarines, que de lejos parecían polichinelas. En aquel lugar bifurcábase la corriente del gentío.

Entonces se oye gruñir, en el interior de la casa la voz profunda de Martín, que dice paternalmente, en tono de reproche: No hagas tonterías, Gertrudis; déjalo dormir. ¡Pero si no duerme! responde ella en el tono enfurruñado del niño a quien reprenden. Después la ventana se cierra y las voces se apagan.

8 Porque desde que hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra del SE