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Una línea así... que marque la transición de un estado a otro... entre dos maneras de ser... entre dos formas de vivir... ¿Y de qué lado de esa línea misteriosa estaré yo?... ¿Viviré en la sombra, esperando la zona de luz?... ¿o estaré en ésta y me espera la otra?...

A poco de vivir con su padre, la enteró éste de sus negocios, explicándola en qué consistía su fortuna, ayudándose de ella para el manejo de intereses, con lo cual Paz llegó a persuadirse de que don Luis era un hombre honrado, y el origen de cuanto tenía decente y limpio. En cambio, comenzó a ver que ni todas las casas ni todos los hombres eran como su casa y su padre.

En aquellos tiempos era demasiado tímido para pensar así, no porque no lo creyese en el fondo, sino porque no tenía confianza en mismo para afirmar mis ideas categóricamente. El no saber vivir como los demás me producía una sorda cólera, una indignación frenética. Me sentía como una rueda de reloj suelta que no engrana con otra.

La semejanza de este héroe con los mencionados antes, resalta a cada paso, mientras que las diferencias proceden del diferente modo de vivir que hay ahora.

Clotilde se confesó conmigo, declarándome que estaba perdidamente enamorada; que sus aspiraciones ya no tenían nada que ver con el arte escénico, el cual le parecía una esclavitud insoportable; que su ideal era vivir tranquilamente, aunque fuese en una guardilla, unida al hombre que adoraba; que la mujer había nacido para ser el ángel custodio del hogar y no para divertir al público, y que estimaba ella más el reinar en una humilde vivienda iluminada por el amor que todos los aplausos de la tierra.

Les faltaba el título para la decoración de la familia, y habían hablado con el viejo marqués de Vernay, y en principio la boda estaba concertada. El Almirante sabía que la niña estaba por . Yo no sabía otro tanto. Conclui mi curso en San Fernando y fuí a vivir a Cádiz; tenía que esperar a don Ciriaco para embarcarme. Varias veces hablé por la reja con Dolores.

O quédate, si por dicha Abindarráez quisiere Saber nuevas. ABIND. No hay que espere Después de la nueva, dicha. Aquí mi esperanza muere. ZOR. Ven , Jarifa, que tengo Vase ZORAIDE. Que hablarte. JARIFA. Adiós; luego vengo. Vase JARIFA. ABIND. ¿Que aquí mi padre se queda? ¿Posible es que vivir pueda La esperanza que entretengo? Alborán, ¿que no hay jornada?

Me iré a vivir a un pueblo, sin más lujo que una escopeta, ni más amigo que un perro. De pronto soltó a Cristeta, se sentó en una silla, y juntando las manos, comenzó a dar vueltas con los pulgares, como suelen hacer los que están muy aburridos. Cristeta, discurriendo con el sublime egoísmo del amor, pensó: «¡Pobre! ¡Tal vez se quede pobre! ¡Así será más fácilmente mío

Los médicos que asistían á las señoras melancólicas declaraban la existencia de una enfermedad nueva y temible: «la enfermedad de París». Doña Luisa apoyaba á su hija. ¿Por qué no había de vivir ella en Europa, lo mismo que su hermana, siendo como era más rica? Hasta Julio declaró gravemente que en el viejo mundo estudiaría con mayor aprovechamiento. América no es tierra de sabios.

Para comprender lo que vale en el Oriente, para apreciarlo en todo su valor, es preciso vivir algún tiempo en el país.