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Las excursiones al Vivero se habían repetido con frecuencia durante todo Octubre.

Las malas pasiones son un poderoso auxiliar en la carrera que la juventud de la Academia ha emprendido, o como decía cierto subsecretario amigo mío, «en la política es necesario tener algunas onzas de mala sangreConsuela y ensancha el ánimo un espectáculo semejante. Los vergeles de la política española tienen un vivero en la Academia de Jurisprudencia.

Pertenecía el Vivero a la parroquia rural de San Pedro de Santianes; Pepe el casero era aquel año factor de la fiesta de la parroquia, y pensaba echar la casa por la ventana, «para no dejar mal al señor Marqués». Anita, en la postdata de su última carta decía al confesor: «El Marqués me ha dicho que piensa invitar a usted a la romería de San Pedro.

Ana y Álvaro, al darse la mano por la mañana, al subir al coche, se encontraron en la piel y en la sangre impresiones nuevas. La noche anterior Álvaro había dicho que él se quería morir. No pedía nada, pero se quería morir. Ana en todo el camino de Vetusta al Vivero no dijo más que esto, y bajo, al oído de Álvaro: «Hoy es el último día».

El Vicario general de Vetusta, a buen paso tomó el camino del Vivero, después de dejar las calles torcidas de la Encimada y llegó al Espolón cuando ya estaban encendidos los faroles y desierto el paseo. No pensaba en que estaba haciendo locuras, en que tantas idas y venidas eran indignas del Provisor del Obispado; esto lo pensó después; ahora sólo tenía esta idea. «¿Habrán pasado ya?

Adiós, adiós, dormir bien dijo Ana, detrás de las vidrieras; y cerró las contraventanas de golpe y corrió el pestillo. Como la romería de San Pedro hubo muchas durante el mes de julio por los alrededores del Vivero. A casi todas asistieron los Marqueses y sus amigos.

Yo mismo le di la semilla á Pedro; yo mismo le indiqué cuándo debía sacarlas del vivero; yo mismo estuve una tarde entera ayudándole á plantarlas... ¿Cómo han espigado estas lechugas?... ¿Por qué han espigado estas lechugas? Y D. Primitivo movía la cabeza hacia adelante, hacia atrás, á la derecha y á la izquierda.

Cuando el Magistral llegó al Vivero no había ningún convidado en la casa, ni los Marqueses, ni los de Quintanar estaban tampoco.

Y sin embargo hay horas en que las vibraciones de las cosas me hablan de una música recóndita de ideas sentimientos. ¿Qué es esta esperanza de un bien incierto? A veces se me antoja todo el Vivero escenario de una comedia o de una novela.... Entonces me parece más solitario el bosque, más solitario el palacio. Esta soledad parece meditabunda.

Después de las hojas del libro de memorias que se referían, a su modo, a la materia que va reseñada brevemente, Ana encontró, y en ella se detuvo, la página en que rápidamente había reflejado sus impresiones al entrar en el Vivero en un día de Abril que parecía de Junio, alegre, ardiente, despejado. Leyó con deleite aquella página, no recreándose en el estilo, sino en los recuerdos. Decía: *