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Carmen y Lucía son mellizas, muy lindas ambas y bastante vivaces, sobre todo Lucía, mi ahijada. Apenas cuentan 16 años. A Estefanía, mi hermana, le urgía mucho esta presentación. Yo la decía con frecuencia que me parecía pronto para lanzar a las niñas al torbellino del mundo.

Tal ha sido la labor de los argentinos en los últimos treinta años, y todos los hombres que han gobernado, surgiendo de partidos diferentes, han seguido la misma senda. Ese progreso, nacional, esa obliteración de las pasiones localistas, antes tan vivaces, se ve claro y neto en el abandono casi completo que hemos hecho de la denominación Confederación Argentina, para designar a nuestro país.

Y Ferpierre, después de haber dado libre desahogo en los artísticos trabajos, de su primera juventud a sus pasiones vivaces, había comprendido a tiempo todo cuanto hay de exagerado, de falso y malsano en una concepción demasiado amplia y poética de la existencia, y como sus sentimientos habían llegado a ser más austeros, más severos eran por consiguiente sus juicios.

Al decir esto, el cura se paró otra vez, y volvió á fijar en la huérfana sus pequeños y vivaces ojos, acompañando esta mirada con una santa sonrisa de astucia, que haría honor á cualquier alumno de Seminario, conocedor de la obra de Sánchez, titulada De Matrimonio. Porque hija mía, el mundo es así continuó. Yo, que conozco las debilidades de ambos sexos, puedo hablar sobre este punto.

Como al despertarse de un sueño agradable, como sucede cuando latentes e ignotas energías excitan y multiplican los sentidos de la vida, en todas las cosas encontraba nuevas virtudes. Por fin, un día la escribió. Tratándose de tan sensible criatura y de su propio sentimiento secreto, las expresiones verbales, demasiado vivaces, no convenían.

Sigue siendo joven en la voz, en los ojos, en sus ademanes vivaces y torpes, pero va disfrazado de anciano. Este se alegra más que los otros de ver al príncipe. No cesa de alabar á la casualidad, que ha hecho venir á Lubimoff y que acaba de hacerle encontrar á don Marcos. Si tarda usted dos días, príncipe, no tengo el placer de verle. Me voy á mi tierra pasado mañana.

En cambio de tres animales perdidos, ahora era dueño de millones de ellos, y éstos ¡tan jóvenes y vivaces, animados de movimientos tan violentos, tan absorbentes, rabiosos por vivir! Ese mundo infinito, de tal suerte mezclado al nuestro, que por doquiera nos rodea y está siempre con nosotros, era casi desconocido hasta hace poco.

Pocos, muy pocos, de los más vivaces, de los más aguerridos, de los más crueles, procrean á semejanza nuestra. Hales impuesto la Naturaleza el peligro de darse un abrazo; abrazo terrible y sospechoso. Por sabrosas que puedan ser sus carnes á sus propios ojos, híncanse sus sierras y sus mortíferos colmillos.

Pues con su melenita de cocas y su barba pringosa y retinta, el rostro de Frasquito Ponte era de los que llaman aniñados, por no qué expresión de ingenuidad y confianza que veríais en su nariz chica, y en sus ojos que fueron vivaces y ya eran mortecinos.