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Ramiro se detuvo fijando la mirada en la extraña figura pintada en el infolio, dentro de dos triángulos de oro entrelazados. Nadie venía. De pronto la página del libro, produciendo el rumor peculiar de la vitela, se levantó lentamente, lentamente, y se dobló del todo ¡por sola! Ramiro se estremeció de la cabeza a los pies herido por el terror del misterio. Sus manos temblaban.

En vn arca se allaron los cordones con borlas que vinieron de Italia, con los espejos que embió el Conde de Castrillo. Vn marco dorado grande. Tragaronse del pasadiço vna lamina de vna quarta de alto, de vn S.to de la orden de S.n Francisco, otra lamina de un salbador, de una quarta de alto. Otra lamina en vitela, de la visitación de S.ta Isauel. Vn Pastorbonus.

Volviendo a nuestro Polo prosiguió Rafael , no satisfecho con tener un nombre tan adaptado al título de una colección de poesías, se le ocurrió la idea de poner también el de su madre, o el de su abuela, según lo más o menos armonioso de las sílabas, y tuvo la satisfacción de estampar con letras góticas en el frontispicio de su obra: Por A. Polo de Mármol; y quedó tan contento al ver en papel vitela su nombre prosaico prolongado, ennoblecido, sonoro, distinguido y soberbio, a manera de un paladín antiguo que sale de la tumba con su armadura mohosa, que se creyó otro hombre distinto del que era antes; se admiró y se respetó, como aquel oficial portugués que viéndose en el espejo, armado de pies a cabeza, se echó a temblar, teniendo miedo de mismo.

El diploma del gran Sultán de los osmanlíes, aunque fue exhibido, estaba escrito en vítela con letras de púrpura y oro y era una maravilla caligráfica, no sirvió absolutamente de nada. El pícaro corsario supuso que era falso a fin de no darle cumplimiento y se llevó a remolque el barco veneciano, transbordando a su galera y hasta a su camarote a donna Olimpia y a Teletusa.

Presume que es un libro de memoria, Aquel puesto en vitela encuadernado, Con letras de oro para mayor gloria: Elegante, gracioso y no cansado, Y que debiendo estar entre cristales Recogido, le goza el más cuitado. Allí en cuatro horas, y esto no cabales, Se recopilan con sublime acento Las cosas que nos dan largos anales.

Hora tras hora, había querido reproducir sobre el estirado trozo de vitela que tenía delante, aquellas iluminaciones que adornaban sus breviarios y misales y le proporcionaran renombre artístico.

El Casamiento engañoso y el Coloquio de los Perros. Un volumen con grabados en el texto, retrato del Autor y encuadernación en vitela, 6 pesetas. La Mujer, por D. Severo Catalina: un tomo con grabados, 5 pesetas. Ejemplares encuadernados de lujo para REGALO, á diferentes precios. Sonetos, leyendas y canciones, por D. Juan Valera. Estudios literarios, por D. Pedro José Pidal.

Las numerosas casillas de la hoja aparecían cubiertas de sellos, excepto dos de ellas que estaban en blanco; en ambas decía arriba: Masónico, y abajo: Marqués de Sabadell. Los sellos habían desaparecido, y notábanse sobre la fina vitela las asperezas de la goma con que habían estado sujetos. Jacobo, con voz ahogada y gesto de medrosa ansia, dijo entonces: El otro... el rojo... ¿Dónde está?...

Abrió los ojos, y vio cerca de María Teresa una llama ondulante que subía hasta el techo. Un doble movimiento, arrojó en sentido inverso a Juan y a Huberto. Mientras éste tocaba apresuradamente el botón eléctrico, Juan arrancaba la pantalla de vitela que ardía, los papeles de música encendidos a su contacto y, oprimiendo todo entre sus manos, sofocó el fuego.

Cuando se halló, por fin, en la soledad del Scriptorium, tomó los pinceles con mano trémula y, sobre el estirado trozo de vitela, quiso reproducir una vez más las iluminaciones del misal del monasterio y del Libro de horas de la Reina de Francia; mas nada pudo lograr. Sus dibujos parecían los dibujos de un niño.