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Ella la visitaba casi todos los días, y eran muy contados los en que la sacaba para comer en casa, pero solas las dos a la mesa. Cuando Luz vivía a su lado, tenía que llevarla consigo en sus viajes de veraneo, por no saber dónde dejarla más segura. Pero esta atadura cortaba sus vuelos de peregrina elegante, y dejaba su paladar de cortesana a media miel. Ahora sería muy distinto el caso.

¿Pero ...? Espera, te contaré dijo Aurora con cautela, asegurándose de que ningún curioso se destacaba de la tertulia para acecharlas . Pues este primo Moreno, aunque pariente lejano, y más lejano por ser rico y nosotras pobres, nos visitaba alguna vez... hará de esto trece o catorce años. Mamá le consideraba mucho, y cuando venía a casa le recibía poco menos que en palio.

Mientras que la señora de Raynal, muy atareada, subía de la cueva al desván, visitaba el jardinillo y la casa, tan modestos el uno como la otra, empujando los muebles, revolviendo los armarios, vaciando los baúles, registrando los paquetes, lamentándose por la pérdida presumida de algún chisme heteróclito, más sentido cuanto menos valía; mientras aturdía a la zafia criada que abría unos ojos y unas orejas tamaños ante aquel desembalaje de objetos desconocidos y de nombres raros, como samowar, checchia, etcétera.

A la sazón visitaba frecuentemente a la familia de su subjefe, que le recibía con los brazos abiertos. Nastenka lloraba a veces pensando en el terrible destino reservado a aquel aficionado a las negras. Kotelnikov, sentado a la mesa, sentía sobre él las miradas de piedad de toda la familia y se esforzaba en dar a su rostro una expresión melancólica y al mismo tiempo exótica.

Y en tanto, excesivamente distraída de sus trabajos, Isidora visitaba con frecuencia el taller de Eponina, y allí se encantaba contemplando los magníficos vestidos, entre los cuales a la sazón había tres de baile. Eran para una joven condesa que tenía la misma estatura y talle de nuestra enferma.

Te contaré mi viaje en la próxima carta. Adiós. Elena al Padre Jalavieux. 30 de octubre. Hemos vuelto a París, mi buen señor cura. Unas cuantas borrascas de lluvia y de viento nos han hecho temer por la salud de mi padre, y hemos dejado la «Villa Sol» a la que el sol no visitaba ya casi nunca.

La Francia quedaba atras: iba á comenzar, al dia siguiente, la hermosa tierra española, el país de mis antepasados que visitaba por primera vez. ¡Cuántos tesoros no debia encontrar como elementos complejos de contemplacion deliciosa, de gratos recuerdos y de observacion y estudio! CATALU

Mientras tanto el príncipe cazaba por la mañana en los montes cercanos, y se pasaba la tarde en el café; pero ya no le satisfacía el aplauso de los que se agrupaban en torno de la mesa de billar, ni visitaba la partida del piso superior.

Y ella reía pensando en la cara de Fermín, en lo que diría después cuando viniese a la viña y se encontrara con Salvatierra, que de tarde en tarde visitaba con cierto recato a su antiguo amigo el capataz. Rafael habló entonces de Salvatierra, de su inesperada visita al cortijo y de la rareza de sus costumbres. Ese buen señor es una excelente persona, pero está algo chiflao.

Visitaba a sus amigos de las redacciones, preguntando con avidez cuándo podría meter la cabeza en alguna de ellas; se ofrecía a los administradores para pegar fajas y hacer paquetes. Contentábase con cualquier cosa; lo importante era conseguir, fuese como fuese, un par de pesetas todos los días.