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Las dos escampavías se iban aproximando, una por cada lado, y no estaban a un tiro de cañón de la tartana, cuando ésta viró en redondo, pasó intrépidamente por entre sus enemigos, al mismo tiempo que les enviaba una andanada, y se precipitó en dirección a la punta de la Torre.

Romanet, que se dice hallarse hoy en Buenos Aires, empleado en nuestra marina real, y destinado entre otros oficiales de este cuerpo á la division de los límites con Portugal, para que exponga con la debida claridad, si es cierto que cuando acompañó á Mr. de Bougainville en el viage que hizo al rededor del mundo, al desembocar el estrecho de Magallanes, por donde pasaron al mar del sur, vieron un sloop á corta distancia; el cual, sin embargo de hallarse bien cerca de tierra, inmediatamente viró de bordo, y giró para ella; por lo que al instante lo perdió de vista la fragata francesa.

Pues señor... viro la cabeza mismo así..., ¡con perdón de las barbas!, con mi escopeta más agarrada que la Bula..., y de repente, ¡pan!, me pasa una cosa del otro mundo por encima de la cabeza, y me caigo del vallado abajo.... Explosión de preguntas, de risas, de protestas. ¿Una cosa del otro mundo? ¿Un ánima del Purgatorio? ¿Pero él era persona o animal o qué mil rayos era?

En seguida se dirigió a cortar la línea por la popa del Trinidad, y como el Bucentauro, durante el fuego, se había estrechado contra este hasta el punto de tocarse los penoles, resultó un gran claro, por donde se precipitó el Temerary, que viró prontamente, y colocándose a nuestra aleta de babor, nos disparó por aquel costado, hasta entonces ileso.

En seguida viró en redondo, con la calma y la solemnidad de un navío de tres puentes; se encerró en su guarida, tendióse sobre el jergón, y así le cogió la noche. También había vuelto del Muelle el tío Bolina, y encerrado estaba en casa con su mujer y sus nietezuelos, desnudos, sucios y medio atolondrados desde la despedida de su padre, el atribulado Tuerto.

El Galeón se había hundido bastante y las olas barrían la cubierta con frecuencia. No creo que resista en la dirección que llevamos, dijo el capitán, pero si viro encallamos en la costa. ¿Y amainando velas? sugirió el barón. ¿No podríamos esperar la calma del mar y el viento? No, una y otro no tardarían en arrojarnos contra las rocas.

Una lluvia de balas de los canacos de la orilla pasó silbando por el aire. Al mismo tiempo apareció otra chalupa haciendo fuerza de remos hacia el lugar de la lucha. ¡Al yate! gritó Marenval. Ya nos abrazaremos después. La lancha viró y se dirigió hendiendo las olas hacia el navío. El sol cayó en este momento como una bola de fuego en las olas y se hundió en ellas.

Otra vez surgieron ante la proa los peñascos de Diego Ramírez, el punto más extremo del cabo, y también viró la fragata, huyendo de este cementerio de navíos. Capeando el viento llegaron á ver los primeros icebergs, é igualmente hicieron rumbo atrás para no perderse en las soledades del polo Sur.

Todavía viró el vehículo varias veces, con la horrible facilidad de su ágil mecanismo, pasando siempre por el mismo lugar. ¿Cuántas fueron las vueltas?... No lo . El obstáculo que encontraban las ruedas era cada vez más blando, menos violento; ya no lanzaba crujidos de leña seca.

Sor Marcela intentó bajar valerosa, pero a los tres peldaños cogió miedo y viró para arriba. Su cara filipina se había puesto de color de mostaza inglesa. «¡Verás si bajo, infame diabloera su muletilla; pero ello es que no bajaba. Por una reja de la sacristía que da al patio, asomó la cara del sacristán, y poco después la de D. León Pintado.