United States or Bolivia ? Vote for the TOP Country of the Week !


El pobre Obispo apenas si se movía: únicamente su pecho continuaba agitándose con penoso estertor. Sus labios tomaban un tinte violáceo; sus ojos casi cerrados dejaban entrever un globo empañado ó inmóvil. Eran unos ojos que ya no miraban, y su morena carita parecía ennegrecida por misteriosa lobreguez, como si sobre ella proyectasen su sombra las alas de la muerte.

Allá, a lo lejos, en lo interior, columbrábanse las cimas de las montañas, bañadas de un transparente vapor violáceo. El pensamiento de Marta rompió la tupida nube que lo encerraba en un piélago de confusiones y vaguedades, y en su alma asomaron de golpe un sinnúmero de recuerdos dulces e inefables como otros tantos puntos luminosos de que estaba sembrado el cielo sereno de su vida.

Cuando llegó al ventorro supo que su amigo había muerto algunas horas antes. Era un domingo por la tarde. Adentro, en la única habitación de la choza, estaba tendido sobre un pobre lecho el cadáver hinchado, sin otra compañía que las moscas, que revoloteaban sobre su rostro violáceo.

Conservaba á su «soldadito de azúcar», pero en un estado lamentable... Nunca don Marcelo se dió cuenta del horror de la guerra como al ver entrar en su casa á este convaleciente que había conocido meses antes fino y esbelto, con una belleza delicada y algo femenil. Tenía el rostro surcado por varias cicatrices que formaban un arabesco violáceo. Su cuerpo guardaba ocultas otras semejantes.

La lluvia de la noche, bien que breve, había hecho descender la temperatura y del suelo húmedo se alzaba un vaho saturado de emanaciones olorosas, que daban particular densidad a la atmósfera. Podía decirse que el aire estaba «gordo» y así se veía a la distancia denso y violáceo como una tenue niebla invernal en pleno estío.

Pero aquí no hace frío, ¿eh?... Yo no lo tengo, ¡je, je!... Al contrario, siento un calor... Será porque los ojos de usted son dos calofer... caroli... Otra vez todavía acometió la palabra caloríferos sin lograr dar cima a la empresa. Para disimular su impotencia fingió un golpe de tos. Su rostro violáceo adquirió cierta semejanza interesante con el de un ahorcado.

Ramiro se sentó sobre una peña, con el rostro casi oculto por el ala del fieltro. El suelo violáceo parecía ondular a sus pies bajo la vibración alucinadora de la penumbra.

En sus ojos, de mirar suave y apacible, se notaba constantemente el extravío del terror; en torno de ellos el sufrimiento había trazado un círculo violáceo. Hablaba muy poco, no reía jamás. Cuando la dejaban en paz, sentábase en cualquier rincón y permanecía inmóvil mirando a un punto fijo, o bien se acercaba al balcón y escribía en los cristales con el dedo.

Apareció en el primer tramo de la escalera el portacruz, avanzando horizontalmente su insignia de dobles brazos para que pasase bajo el arco de la puerta. Después, entre familiares, y seguido por la sotana morada del obispo auxiliar, avanzó el cardenal, vestido de púrpura, que apagaba el rojo violáceo de los canónigos.

Entonces se le ocurrió la idea de apresurar su curación ingiriendo una buena cantidad de yodo sin permiso del doctor. Preparó el aparato, lo aproximó a su cama y bebió ávidamente el vapor violáceo, con alegría; no experimentaba disgusto ni fatigas; aquello era la vida que entraba a borbotones en su cuerpo.