United States or Greenland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Por último, aquel empecatado de don Alvaro, aunque tenía tan egregia y bella esposa, se dejaba llevar a menudo de las más villanas inclinaciones, y en una o en otra de sus dos magníficas caserías alojaba con mal disimulado recato a alguna daifa, por lo común forastera, que había conocido y con quien había simpatizado, ya en esta feria, ya en la otra.

Y eres, moro, el primero A quien doy satisfaciones; Y no te las doy por , Que no temo armas ni voces, Sino por ella, a quien debes El amor que desconoces Con esos injustos celos Y villanas presunciones. Sale PÁEZ. PÁEZ. ¡Pesia al moro! Señor mío, ¿Con él en eso te pones, , que no sueles sufrir Marsilios ni Rodamontes?

Don Diego soy, repuso el caballero, y preferiría mil veces la muerte á verme hecho prisionero en una emboscada y por las villanas manos de un arquero.... Tomad vos mi espada, señor capitán. Poco á poco, caballero, dijo el barón. Sois prisionero del soldado que os ha hecho cautivo, mozo valiente y honrado.

La fragancia se respira de las flores y las plantas, y todo anunciar parece paz y contento en la casa que, al fondo, con ornamentos de verde yedra se alza. ¡Cuánto, mintiendo, extravian las apariencias villanas!

Con escenas tales no debiera haber tan duro corazón que a piedad no se moviese, ni sujeto de gusto artístico y de alguna elegancia de costumbres que no las repugnase por lo groseras y villanas, ni estómago de bronce que no sintiese todos los efectos del mareo. Repetimos, a pesar de todo, que los toros seguirán.

Se lo he dicho todo; pero Doña Blanca ha contestado que, si bien te cree un hombre sin religión, todavía te tiene por caballero, y que no teme de esas villanas é infames acciones con que en tu rabia la amenazas.

Abrió el balcón de un puñetazo y el aire frío y húmedo le trajo la idea lejana de la realidad, y oyó la tos discreta de Petra, que aguardaba allí, detrás, clavándole los ojos en la nuca. Cerró el balcón don Fermín, volviose y miró con ojos de idiota a la rubia que enjugaba lágrimas villanas. «¿No necesitaba un instrumento para luchar, para hacer daño? Aquel era el único que tenía».

Algún tiempo anduvo lampiño, como dicen los arqueólogos que están las estatuas de Paris, a quien amó Elena, y el busto del famoso Antinóo; luego lució bigote a la borgoñona, a semejanza de aquellos galanes españoles del siglo XVII, que fueron regocijo de damas, monjas y villanas; por fin resolvió dejarse barba apuntada, según es fama que la tuvo el duque de Gandía cuando amó a Isabel de Portugal, y bigotes largos, como aquel conde de Villamediana que murió por haber puesto en otra reina los ojos.