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Y don Sebastián erguía su cuerpo de anciano obeso, estirando los brazos con la arrogancia de los últimos restos de su vigor.

Había notado que tenía en el asalto el defecto habitual de los hombres vigorosos y muy sanguíneos, es decir, la tendencia a fiar demasiado en su vigor, y aun a abusar inconscientemente de los efectos de fuerza.

Esta opinión no ha logrado cautivar á M. Pouchet, quien se inclina por la de Ehrenberg. Lo incontestable y admirable en ellos es el vigor de sus movimientos. Varios tienen todas las apariencias de una individualidad precoz, no permaneciendo mucho tiempo avasallados á la vida comunista y polípera do se arrastran sus superiores inmediatos, los verdaderos pólipos.

Pero los pocos que saben apreciar y comprender lo que significan los viajes, viven de una doble vida, pues les basta cerrar un instante los ojos, evocar un paisaje contemplado, y éste revive con una intensidad de vida, con un vigor de colorido, con una precisión de los detalles que parece transportarnos al momento mismo en que lo contemplamos por vez primera y borrar así la noción del tiempo transcurrido desde entonces.

El cuerpo era proporcionado a la cabeza, de regular tamaño, y daba señales de recientes y muy considerables mermas de robustez, en los excesivos sobrantes del chaquetón y de los pantalones pardos con que le vestía; como las daban de pérdidas de vigor y fortaleza, la cerviz algo humillada y el andar no muy seguro.

Id delante, todos vamos a seguiros. Entonces Salomón, inclinando sobre el hombro su cabeza blanca y tocando con vigor, se adelantó, seguido del alegre cortejo, hacia el salón en que estaba suspendido un ramo de muérdago. Una multitud de velas de sebo brillaba en medio de las ramas de brezo cubiertas de bayas.

El manto colgaba del cuello, redondo, carnoso y fuerte; la coraza de escamas de acero hinchábase con la presión del pecho mórbido de arrogante dureza, y los brazos desnudos, revelando el vigor del músculo bajo la suave curva de la grasa femenil, se apoyaban, uno en la lanza y otro en el escudo brillante y luminoso, como una lámina de cristal.

Saltan al mar así que comprenden la inmensidad de la catástrofe y nadan con vigor a pisar tierra, huyendo de los tiburones y tintoreras que abundan en esas costas.

Es cierto tambien que en aquellos calamitosos tiempos del reinado de Enrique IV todo andaba sin concierto; porque el rei estaba sin fuerzas i vigor para mantener en quietud á los pueblos i sujetos a su obediencia.

No es posible, sin embargo, después de confesar cuáles son sus faltas, negarle gran talento poético, porque el vigor de sus ideas y el fuego y energía de su exposición indican sobradamente lo que hubiese podido hacer con más prudencia y mejor gusto, á no haberse dejado llevar de su afición á lo extravagante.