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El grupo de las lanchas pescadoras, un poco apartado, se movía y resonaba aún con los gritos de las mujeres ocupadas en abrir el vientre a los pescados, mientras los maridos descansaban ya gravemente en alguna taberna de la villa. Basilisa atendió un instante a aquellos ruidos tan conocidos.

5 Antes que te formases en el vientre te conocí, y antes que salieses de la matriz te aparté, te di por profeta a los gentiles. 7 Y me dijo el SE

Alto, musculoso, con el vientre hinchado y caído sobre las piernas, la cara bronceada por el sol y cuidadosamente afeitada, el capitán parecía un cura en vacaciones, tranquilo y bonachón en la puerta de su casa.

Mas al llegar a ella y cuando ya se disponía a comer del fruto prohibido surgió de entre los árboles un hombre, ¿qué diremos un hombre? ¡Un monstruo! Gastaba zamarra negra, sombrero ancho de fieltro. Las barbas le llegaban hasta el vientre. El color de su rostro era moreno aceitunado, la nariz ancha, los ojos atravesados y todo el conjunto espantable.

Recobréme con esto, y los pies cansados de llevar el vientre, aunque vacío y de poco peso, ya, siendo lleno y cargado, llevaba a los pies; y así, proseguí mi camino. Entré a servir al embajador de Francia. Mucho se deseaba servir de . En resolución, allá me fuí; hacíame buen tratamiento.

Aquel pobre perro que se quemaba vivo, que se mordia á propio, que tenia la rabia del frenesí, al notar que su amo le amenazaba con el palo, pegaba el vientre al suelo y lamia el extremo del baston.

Su palabra elocuente, un tanto enfática y voluptuosa, se apretaba, al salir, entre los dientes y los labios, al mismo tiempo que llevaba ambas manos al vientre y se contoneaba delante de las señoras como un palomo que corteja a la paloma dando vueltas en el borde del mechinal.

Y ella, la soberana, los contemplaba desnuda desde su movible trono, coronada de perlas y estrellas fosforescentes extraídas del fondo de sus dominios, blanca como la nube, blanca como la vela, blanca como la espuma, sin más alteración en su alba majestad que un rubor de rosa húmedo, igual al barniz de las caracolas, que coloreaba su boca y sus calcañares, el pétalo final de sus pechos y el botón convexo de su vientre, mar de nacarada tersura, en el que se borraban las huellas de la maternidad con la misma rapidez que los círculos en el agua azul.

Son tambien propias de la esfera de accion de arsénico las causas que, aunque con lentitud, aceleran el movimiento de descomposicion, que fatigan las vísceras, ya por irritaciones nerviosas y sanguíneas, ya por una alimentacion muy animalizada, así como las que aumentan la actividad venosa, principalmente en el vientre.

Cuando la metritis pasa á metro-peritonitis deben administrarse prontamente brionia, mercurio ó arsénico, en vez de belladona, para combatir los síntomas de una violenta concentracion en el bajo vientre, con grave reaccion sobre el cerebro y corazon.