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Mira: la noche llega, un planeta dorado allá su luz desplega, la bruma de los valles se extiende por doquier; apenas por la sombra cruza algun peregrino, todo busca reposo; del árbol del camino el viento de la tarde hace el polvo caer.

Los pitos, la campana de proa, el discorde concierto de mil voces humanas, mezcladas con el rechinar de los motones; el crujido de los cabos, el trapeo de las velas azotando los palos antes de henchirse impelidas por el viento, todos estos variados sones acompañaron los primeros pasos del colosal navío.

Huyen del mustio viejo las Camenas; Si la flauta de Pan su labio toca, Allí perece el desmayado aliento, Sin convertirse en melodioso viento, Y la risa del sátiro provoca.

Dia 21. Nos mantuvimos en el propio parage aguardando la gente y carretillas, habiendo tenido este dia una gran porcion de agua, truenos y viento, desde las once del dia hasta la oracion. La gente fué

- que la esperaba, mi Sr. Es verdad. Yo no falto. Gracias a Dios, me voy defendiendo, que no es flojo milagro con estas heladas y este pícaro viento Norte, capaz de encajarle una pulmonía al caballo de la Plaza Mayor. Y , Pulido, ten cuidado. ¿Por qué no te vas adentro? Yo soy de bronce, Sr. D. Carlos, y a ni la muerte me quiere.

Había por doquier insectos recién nacidos que el viento balanceaba como átomos de luz a la punta de las altas hierbas, y muchas parejas de pajarillos cruzaban rápidamente en dirección a los prados, a los campos de trigo, a las espesuras, en demanda de sus nidos.

¿Pereció en la demanda, señor barón? dijo Froilán. Nunca lo he sabido. Sus servidores se lo llevaron en brazos, aturdido, desmayado ó muerto. Por entonces no cuidé de indagar su suerte porque yo mismo salí de la lucha contuso y malparado. Pero allí viene un jinete al galope, como si lo persiguiera una legión de enemigos. El viento barría el camino, que en aquel punto formaba suave pendiente.

En un cercado de aspecto elegante y de una exposición acertada, yo había visto con frecuencia a Eulalia errar pensativa por entre los bosquecillos dejando flotar a merced del viento los pliegues de su túnica blanca y las ondas de su cabellera, o bien, a la caída de la tarde, regar con agua pura las flores de sus parterres, cuando éstas languidecían marchitas por los ardores del sol, como símbolo conmovedor de un alma tierna que se consume calladamente de amor; y cada vez un deseo inquieto, un sentimiento, mezcla de turbación y de voluptuosidad, se deslizaba por mis venas y hacía hervir mi sangre.

Saliò de la Asumpcion la caravela Con otro bergantin acompañada, Izan antenas, dan al viento vela, La nave por el sur es gobernada. Con el viento y corriente tanto vuela Que en breve

El Galeón se había hundido bastante y las olas barrían la cubierta con frecuencia. No creo que resista en la dirección que llevamos, dijo el capitán, pero si viro encallamos en la costa. ¿Y amainando velas? sugirió el barón. ¿No podríamos esperar la calma del mar y el viento? No, una y otro no tardarían en arrojarnos contra las rocas.