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Entró en el comedor, echándose entre el aparador y la pared, fresco refugio que él consideraba como suyo, a pesar de tener en su contra la opinión de toda la casa. Pero el sombrío rincón, admirable cuando a la depresión de la atmósfera acompaña la falta de aire, tornábase imposible en un día de viento norte.

Su padre era un lobo para la mar. Pues el hijo le gana ... ¡Abelardo! ¿Quién va? Sube para darle una mano al Señor Don Juan Manuel... Yo mal puedo con el farol. ¡No te muevas, Abelardo! Me basto solo. Bajan a la orilla del mar. Se oye el vuelo de las gaviotas, convocadas por el viento y la noche. Una sombra se acerca: Sus pasos fosforecen en la arena mojada.

Brinda la suerte á un personaje, escoge un sitio, tantea su arma, recoge su lujosa capa carmesí, arroja al viento su cachucha, se aprieta el moño postizo y aguarda con serenidad á que la fiera, conducida con maña por los cortesanos, venga á aceptar el combate mortal.... El lujo brillante y la singularidad de su vestido, la altivez de su andar y la terrible especialidad de sus funciones, las mas peligrosas, hacen del Espada, á los ojos de los Españoles, un héroe, un semidios de la muerte, una especie de artista sanguinario, si se me permite la violencia herética de la expresion!... Todas las miradas le contemplan, le devoran y le siguen sus movimientos con agitacion febril.

En otro tiempo, el leñador apenas se atrevía á la selva montañesa: el viento que en ella gemía se le figuraba voz de los dioses. Había seres sobrenaturales ocultos bajo la corteza, y la savia del árbol era también sangre divina.

A las ocho de la noche entró el viento por el E flojo, con el que me hice á la vela; y á las diez se llamó el viento á la proa, por lo que fondo.

Leonora se serenó, y lentamente fue retrocediendo algunos pasos, mientras Rafael se incorporaba, recogiendo su sombrero. Fue una escena penosa. Los dos sentían frío, no veían luz, como si el sol se hubiera apagado y sobre el huerto soplase un viento glacial.

Siempre veía en la calle, al dirigirse al Círculo, un papelito movido por el viento, y esto le servía de base para sus predicciones.

Principia á oscurecer, aunque hace rato que se han encendido los faroles; miles de luces oscilan en todas partes á impulsos del viento; no hay árbol, ni arbusto, ni columna, ni espacio de barrera, en donde no aparezca un resplandor.

Trabajan duramente verano y otoño, y cuando el viento pampero empieza á azotar las llanuras, asustados por la proximidad del invierno, regresan á los lugares de procedencia, donde la tierra empieza á despertar entonces bajo las primeras caricias primaverales.

Entonces se dio cuenta de que estaba a pocos pasos de un tren que, conmoviendo el suelo, dando mugidos, por la chimenea y rugiendo por las válvulas de escape, salía de la estación, abofeteando a los más próximos con el viento de su rápido paso. Juanito lo comprendió todo. Había pasado por debajo de la cadena, y el empleado acababa de detenerle casi en la misma cabeza del tren que avanzaba.