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No era muy vieja, aunque mostraba pasar de los cuarenta, pero fuerte, tiesa, nervuda y avellanada; la cual, viendo a su hija, y al paje a caballo, le dijo: ¿Qué es esto, niña? ¿Qué señor es éste? -Es un servidor de mi señora doña Teresa Panza -respondió el paje.

Se lo aseguro... Pero hijo; en no piense usted; seremos amigos, nada más que amigos... ¿Pero llora usted? Vamos... béseme la mano, se lo permito... como en aquella noche: así. Yo sólo podría ser de usted por el amor, pero ¡ay! nunca llegaré a enamorarme del atrevido Rafaelito. Soy vieja ya: en fuerza de gastar el corazón, creo que no le tengo... ¡Ay, pobrecito bebé mío!

Salimos, por fin, de aquella casa, y no pude menos de soltar la carcajada al oír a un máscara que a mi lado bajaba: ¡Pesia a ! le decía a otro; no ha venido; toda la noche he seguido a otra creyendo que era ella, que hasta se ha quitado la careta. ¡La vieja más fea de Madrid! No ha venido; en mi vida pasé rato más amargo. ¿Quién sabe si el papel de la otra noche lo habrá echado todo a perder?

La otra vieja hizo cuanto en ser humano cabe para dar á entender que no tenía apetito; pero de todos los medios que se conocen para probar tal cosa, dejó de emplear el mejor, que es no comer. A tanto no llegaron sus esfuerzos. Paz dió algunos suspiros entre bocado y bocado.

La última tertuliana que se quedaba, la que secreteaba más tiempo y más íntimamente con Sabel, era la vieja de las greñas de estopa, entrevista por Julián la noche de su llegada a los Pazos.

Era ésta una mujer alta, huesosa, de dura y vieja fisonomía, coronada por abundante masa de negrísima cabellera. Aristócrata y célibe empedernida, en cuanto él cumplió la mayor edad, profesó ella en la orden de las ursulinas. No sin decirle antes, sintetizando su obra educativa: Por tu nombre y antepasados, eres el primer noble, el primer grande de nuestra siempre noble y grande España.

Veía ya todos los objetos claramente. Sus ojos abarcaron á Freya con una mirada en la que se confundían el odio y el remordimiento. La cabeza, hundida en el cojín, presentaba un perfil doloroso. Parecía mucho más vieja, como si su edad se hubiese doblado con las lágrimas. El golpe brutal había hecho huir con fúnebre aleteo su frescura y su maravillosa juventud.

Azorín lo siente y se explica ahora por qué el piano estaba lleno de polvo y por qué la lámpara eléctrica del gabinete no tenía bombillas. Esta pieza, donde la buena vieja está siempre sentada, es el comedor.

Si algún paseante retrasado se aproximaba por azar, podía ver una humilde capilla a la que se bajaba por tres escalones gastados y desportillados y alumbrada por el resplandor tembloroso de unos cirios casi consumidos, mientras alguna vieja de cabeza vacilante bajo la manta bretona murmuraba una oración.

Escándalo en un cinema dijo, al mismo tiempo que leía ; insultos á la autoridad; atentado de hecho contra un agente.... ¿Qué tiene usted que alegar? La vieja, que había permanecido hasta entonces mirando fijamente al comisario y á su subordinado tal vez sin verlos, hizo un movimiento de sorpresa, lo mismo que si despertase. Yo, señor comisario, vendo hortalizas por las mañanas en la rue Lepic.